Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Por los caminos de la Asturias central

Ignacio Gracia Noriega

Navidad bajo la luz de la Luna

La fiesta simboliza el máximo triunfo de la luz sobre la oscuridad

Lo característico de la Navidad es la nieve, como lo certifican una antigua e ilustra iconografía de fondos nevados y la estación del año en que se celebra, en diciembre, el primer mes del invierno. A la nieve navideña en épocas más recientes se le añadió un paisaje nórdico, con trineos, renos y campanilla, y la figura obesa, barbuda y sonriente de Santa Claus, que recuerda a sir John Falstaff vestido de rojo.

Una famosa canción de Irving Berlin, "Navidades blancas" dio carta de naturaleza a la nieve navideña, y la versión cinematográfica que se hizo de esta canción, interpretada por Bing Crosby, el cantante que la hizo popular, relata en tono de comedia amable los problemas de los personajes porque en el Navidad de la película no nieva. Este año tampoco ha nevado en Asturias y en la catedralicia mole de Peña Santa solo se ven algunos neveros. Pero aquí la nieve no es tan indispensable aunque gusta verla sobre las lejanas montañas en estos días señalados. Por si fuera poco, las temperaturas fueron algo más elevadas que las normales en esta época.

Tan solo constatamos una gran helada, después de una noche llena de estrellas y amaneció el día con los campos y los tejados blancos como si hubiera nevado. Si la Navidad es ilusión, aquel blanco paisaje nos proporcionaba la ilusión de la nevada. El hielo de las estrellas fue desapareciendo conforme el sol se extendía por el mundo, pero en Asturias hay muchos lugares en los que no entra el sol en todo el día, por lo que seguimos viendo restos de helada en las esquinas sombrías de algún prado como si fueran neveros en las montañas. Ahora bien, estas temperaturas no justifican las alarmas de los agoreros del "cambio climático" que vuelven al ataque anunciando catástrofes sin cuento de las que son responsables el capitalismo industrialista y depredador, los fumadores y hasta las vacas. La cuestión de esa gente impoluta que vela por la felicidad de sus semejantes es buscar responsables, ya que ellos son muy buenos y no quieren alterar la naturaleza aunque se proponen cambiar la sociedad de arriba abajo. Hace tiempo que no se oía hablar de "cambio climático", y que ahora se vuelva a la carga con esa bandera es un dato muy optimista y estimulante, pues demuestra que los estados vuelven a disponer de fondos para subvencionarlos. El mundo industrializado, donde se ocupan de estas cosas, se ha remontado la crisis.

Lo del "cambio climático" significa, principalmente, que el hombre altera la naturaleza por maldad y que pueda regenerarla por voluntarismo. Yo no creo que el hombre sea más poderoso que la naturaleza. Esta actitud recuerda a los que andan en manga corta en pleno invierno. Vistiendo casi como Tarzán en pleno invierno nos vienen a decir que son muy deportistas, que están muy fuertes y que viven en edificios con calefacción central. No obstante, algún catarro agarrarán, porque de lo contrario no nos abrumarían los "medios de comunicación" con anuncios de remedios anticatarrales.

Navidad es una fiesta solar celebrada a las puertas del invierno, en contraste con la Semana Santa, festividad lunar cuando el invierno acaba. Por Navidad se celebra el renacimiento del sol, que parecía apagarse entre las brumas del invierno. El Domingo de resurrección coincide con el renacimiento de la naturaleza en la primavera. Jesús que muere y resucita, es una divinidad de la vegetación, como Adonis, Osiris y Atis, de la misma manera que el Niño Jesús nacido entre pajas en el portal de Belén es la reencarnación Sol Invicto de los romanos. Todas estas fiestas, que ahora se pretenden abolir (poco a poco, pero sin pausa) son mucho más antiguas que el cristianismo y poseen unas raíces más profundas en el pasado de la humanidad que cualquier ideología moderna de signo redentorista. Al hombre antiguo le bastaba mirar hacia el cielo y advertir los signos, y una Luna redonda y llena la noche de Navidad, aumenta la grandeza y la poesía de la fiesta. Cuando yo era chico se cantaba un villancico: "En el portal de Belén/hay estrellas, Sol y Luna, /la Virgen y San José / y el Niño que está en la cuna". Con ingenua sencillez, estos humildes versos relataban algo muy grande, una acontecimiento cósmico. Este año, al salir de la misa del Gallo, que Don Luis Marino celebra en el maravilloso escenario románico del ábside de la abadía de Villamayor, la iluminación de la Luna era tan fuerte que parecía que era de día. Dios ha nacido y la Luna llena iluminaba el Nacimiento. En tal noche como ésta, se produjo el nacimiento de Belén. Augusto gobernaba en Roma y había paz en el mundo. Poco sospechaba Augusto la enorme trascendencia de aquel nacimiento incluso para su imperio. Porque a través de los siglos, Roma y cristianismo acabaron constituyendo una unidad y aún hoy, las creaciones más perdurables de la humanidad.

La Navidad es una ciudad iluminada que se divisa en la lejanía y los meses del año son un tren que avanza con velocidad variable, deteniéndose en estaciones más o menos gratas . De pronto, vemos la iluminación más cerca, y estamos ya dentro de la luz y casi sin darnos cuenta hemos llegado al centro de la ciudad a la Navidad. Los nombres de los festejos más señalados de este ciclo llevan nombres nocturno: Nochebuena, Nochevieja. El árbol se ilumina por las noches, en las que el frío no anima a salir de casa: por lo que la Navidad es también una fiesta hogareña, de la familia, a diferencia de las fiestas del verano, que tienen un sentido más comunitario. En estas fechas la noche es más importante que el día, la Nochebuena más celebrada que la propia Navidad, un día tranquilo y casi despoblado, porque la mayoría de la gente no sale, reponiéndose de los excesos. Esa noche salían los primeros aguinalderos del año, cuya actividad se prolonga hasta el Carnaval.Eran en su mayor parte niños y mantenían una de las tradiciones más arraigadas de la Asturias rural. Constantino Cabal reproduce uno de sus villancicos: "En el portal de Belén dicen que se prendió fuego, y es la llama de una estrella que ha bajado de los cielos". Este año, el portal, el Niño, la Virgen y San José. y hasta los Magos que todavía están lejos de Belén, han sido iluminados por una Luna perfectamente navideña, porque se trata de una fiesta de la luz. De la luz que ilumina los cielos año tras año, siglo tras siglo. Como escribe jean Giono: "Iban a su fiesta, la más grande, la única del año: la Navidad, la virgiliana, con su establo, su buey, su asno y su Niño". Y las gentes, por la calle, se dicen unas a otras: "Feliz Navidad". No "Felices Fiestas", que es una manera de felicitar vergonzante e incompleta, como decir "la roja" por no decir selección española, por no pronunciar la palabra "España" como algunos ya están haciendo lo posible por no decir "Navidad".

La Nueva España · 2 enero 2016