Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Por los caminos de la Asturias central

Ignacio Gracia Noriega

El orvallo y otros falsos localismos

La presencia del asturiano más allá de Pajares

De paso por Oviedo el actual presidente de la Real Academia de la Lengua, fue preguntado, como es de rigor, por la presencia de palabras asturianas en el diccionario de la lengua común. Pregunta, en mi opinión, meritoria, pues hora es que se tenga en cuenta que la lengua de los asturianos tiene presencia en la que se habla más allá de Pajares, y no se siga la vía radical de quienes pretenden crear un bable completamente ajeno a lo que se habla en la calle y también en el campo, en los caseríos y en las montañas, buscando o inventando las voces más alejadas de la lengua común.

Con esto no pretendo reconocer, ni mucho menos, que los asturianos hablamos otra lengua distinta de la española Nada más absurdo que plantearlo, salvo que tenga una justificación política demasiado evidente. En cualquier caso, acepto que existe una diferencia entre la lengua hablada habitualmente y la lengua inventada, y buena prueba de ello es un programa de la televisión regional, en el que unas chicas urbanícelas monísimas y vestidas de "boutique” cara se acercan a las aldeas intentando hablar lo que seguramente solo ellas suponen que es la lengua que se habla en lugares rústicos y apanados. De manera que se acercan a la casa de un aldeano y le dicen con campechanería de veraneante que demuestra lo adaptado que está al medio entrando en los "chigres" pidiendo sidra a voces. Estas chicas televisivas nunca dicen sidra sino "sidrina". Y dirigiéndose al paisano de turno, le preguntan:

-Paisanín, ¿dónde “ta” la “muyer”?

Y el paisano a lo mejor contesta:

-Mi mujer está en la cocina o en Gijón en casa de la hija o dando un paseo y no tardará en volver.

Porque los campesinos no hablan tan mal como suponen los urbanícolas dispuestos a salvar la llengua autóctona o "la llingua de nós", si se atienen a las normas de la Academia de la Llingua (ya que de Academias estamos hablando).

Debe tenerse en cuenta que en el diccionario de la Real Academia está entrando mucha morralla, palabras de la noche, del hampa y o de procedencia anglosajona, que es esa lengua que todo el mundo cree que es la llave del éxito empresarial, pero que pocos hablan.

La Academia de la Lengua, cuyo lema antiguo era "limpia, fija y da esplendor", no debiera reflejar, como lo está haciendo, lo que se habla incluso en ciertos ambientes minoritarios durante un período histórico determinado, pues muchas de esas palabras y latiguillos que hacía poquísimo tiempo estaban de moda hoy han caído en desuso, y ya no las dice nadie a nesgo de resultar "camp". Ahí tienen ustedes un buen ejemplo de lo que estoy diciendo: en los años sesenta y setenta todos los que pretendían estar a la moda decían frases del tipo: "ese fulano es camp" o "esta manea de hacer la tortilla de patata es camp". Hoy a nadie se le ocurre utilizar la palabra "camp" por "pasado de moda". Luego es razonable que esa palabra no figure en el diccionario, aunque haya sido de uso generalizado durante una temporada.

La Academia (o mejor digamos las academias) están sometidas a presiones de carácter social y político: de manera principal las de la Lengua y la de la Historia, porque para opinar de resoluciones referidas a las Ciencias Exactas, a la Biología o a la Medicina son imprescindibles unos conocimientos previos de los que carecen la mayoría de quienes suelen opinar sobre lengua o historia No hace mucho aún se resolvió el gallinero porque la Academia de la Lengua no incluía en las acepciones de la palabra "matrimonio" el matrimonio homosexual. Salido al paso con sólidos argumentos y contundencia el académico Gregorio Salvador y por lo menos es aquella circunstancia el significado tradicional de la palabra de ciertos grupos. Carácter más grave tuvo la arremetida contra la Academia de la Historia porque la reseña de un personaje no era conforme con la idea que tenían de él determinados partidos políticos; estos llegaron a proponer el cierre de la Academia. En consecuencia, los académicos han de andarse con mucho ojo y no incurrir en delitos de "incorrección política". Por lo menos en el pasado, los gobiernos no se ocupaban de las academias, por lo que éstas podían estar a lo suyo, que es a lo que deben estar. Durante el régimen anterior alguien sugirió que fuera retirado el retrato de don Miguel de Cervantes que preside el salón de sesiones, dado que se había demostrado que no correspondía al autor del Quijote, sino a otro señor, pero don Ramón Menéndez Pidal, entonces presidente de la docta casa, se opuso terminantemente, alegando que si se retiraba el cuadro del falso Cervantes se corría el riesgo de que les encasquetaran un retrato de Franco con fajín. En la actualidad, temo que es conveniente andarse con más cuidado.

El actual presidente de la Real Academia de la Lengua, preguntado sobre palabras asturianas en el diccionario, citó "orvallo", que figura como "de origen incierto" con el sentido de "en algunas partes, llovizna". Más explícito es el Diccionario Enciclopédico de la Lengua Castellana editado por Saturnino Calleja que en su octava edición de 1894 incluye “orvallo” como “lluvia menuda que se desprende de la niebla”. “Orvallo”, sea palabra asturiana o de origen incierto (Jesús Neira y María Rosario Piñeiro, en su "Diccionario de los bables de Asturias", citan un refrán que parece poco asturiano, "el orbeyu por San Juan quita vino y nun da pan", habida cuenta que esta tierra no es productora de vino) ha pasado a la lengua común y se utiliza con naturalidad en otras regiones: por ejemplo, en el poema de Blas de Otero titulado "España": patria de piedra y sol y líneas de lluvia liviana (orvallo, sirimiri, de Galicia...).

Por cierto, Otero, siendo comunista habla de España en sus poemas, cosa que en la actualidad no se atreven a hacer los de "centro derecha" y término que la izquierda rechaza después de haber renunciado al sentido nacional, como le reprocha Gustavo Bueno.

Otras palabras de uso en Asturias han pasado a la literatura española en Pérez de Ayala encontramos "fato", "reciella", mazcayo", "estoy toña", con la consiguiente traducción a pie de página. Se objetará que Pérez de Ayala es asturiano y "La pata de la raposa", "Tigre Juan", etc., se desarrollan en Asturias. Mas Pérez de Ayala es lo más apartado posible del localismo. No obstante, estas palabras asturianas, tan de uso común, suenan bien en un texto literario ajeno a cualquier pretensión regionalista.

En nuestra conversación se deslizan palabras procedentes de otras regiones que se han generalizado. ¿Quién no dijo alguna vez "pendejo" o "morriña" o "marmita", en el sentido de guiso vascongado? Y algunas palabras asturianas no demasiado generalizadas son insustituibles, como "babayu" No es el tonto, no es el alocado, no es el chisgarabís. Al "babayu" hay que verlo en persona para describirla Es una de las palabras más gráficas que existen, por lo que tiene méritos para su internacionalización (porque "babayos" los hay en todas partes).

La Nueva España · 11 julio 2015