Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Personas y hechos de Asturias

Ignacio Gracia Noriega

Jovellanismo

No basta con asegurar que Jovellanos es el escritor nacido en Asturias más importante de toda época. Lo confirman el interés que continúan despertando su figura y obra, las frecuentes referencias a ésta, las diversas publicaciones que suscita. Hace unos años tuvo peor prensa que ahora. Se le achacaba su obra poética, y hasta «El delincuente honrado» (sin reparar en los argumentos que da Gerardo Diego para salvarle como poeta, que son considerables, ni que señala páginas en prosa de verdadera altura poética) y se le tenía, en lo demás, por escritor muy local y muy de su época, motivos suficientes para que un escritor envejezca de modo irremediable. Pero Jovellanos, incluso cuando escribía sobre aspectos muy concretos de Asturias, no incurría en localismos, porque situaba a su tierra en un contexto más amplio. Hoy nos damos cuenta, y José Caso lo ha indicado en diferentes ocasiones, de que lo que Jovellanos escribía a finales del siglo XVIII sigue siendo válido, con matices e incluso sin matices, a finales del siglo XX. Que no sea, como persona y como escritor, de encasillamiento fácil, es un inconveniente en época como ésta, de simplificaciones. Manuel Fraga le considera un «conservador ilusionado», por el contrario, Marcelino Menéndez Pelayo le tenía por demasiado liberal, lo que no impedía que le reconociera también como el hombre más glorioso de todo el siglo XVIII», y cita un juicio o resumen de Gumersindo Laverde, que le sitúa como «liberal a la inglesa, innovador, pero respetuoso con las tradiciones, amante de la dignidad del hombre y de la emancipación verdadera del espíritu, pero dentro de la fe de sus mayores y del respeto a los dogmas de la Iglesia». Muchos años más tarde, Francisco Eduardo Trusso viene a destacar que «Jovellanos no puede ser alineado en la corriente del liberalismo ilustrado político, si bien es cierto que participó de muchos principios de la Ilustración en lo económico y hasta en lo cultural», y añade que «la postura política del eminente miembro de la Junta Central se opone tanto a la de los liberales ilustrados como a la de los monárquicos reaccionarios...» Como buen liberal a la inglesa desconfiaba de los movimientos populares tumultuarios; para él, la soberanía no residía tanto en el pueblo como en el «pacto político». Al igual que a muchos ingleses (Burke, Wordsworth, Coleridge, Southey) la Revolución francesa le volvió más suspicaz. Si bien es cierto que Edmund Burke era más conservador que Jovellanos, su oposición a la revolución fue de liberal. Por lo demás, en los días de mayor fragor revolucionario, Jovellanos vivía apartado de las cosas públicas, haciendo vida sosegada. Ahora, en una Asturias sin norte y en esta restauración, más democrática que liberal; el ejemplo y el pensamiento de Jovellanos debieran ser tenidos en cuenta. Porque Jovellanos creía, por ejemplo, en algo en lo que no cree Almunia: en la separación de poderes.

Dos libros recientes nos aproximan a Jovellanos, uno de ellos fundamental, importantísimo: «Bibliografía jovellanista», de Orlando Moratinos y Vicente Cueto, publicado en Foro Jovellanos, 1998, de la Fundación Hidroeléctrica del Cantábrico. Este «exhaustivo y pulcro trabajo» sobre quien es «señal de identidad de Asturias y de la Ilustración española», según escribe Martín González del Valle en la presentación, coincide con el doscientos aniversario del nombramiento de Jovellanos como ministro de Gracia y Justicia. En la misma efeméride repara ALSA Grupo al publicar «El "diario" de los viajes», con introducción, selección, estudios y poetas del profesor Jesús Menéndez Peláez. Probablemente sea el Jovellanos viajero y diarista el más sugestivo el que mejor llega a la sensibilidac actual, el que, por otra parte, desmiente de la forma más contundente a Ortega cuando afirmó, un poco precipitadamente, que en España no se escribieron viajes ni diarios. De los grandes viajeros que recorrieron Asturias -Laurent Vital, Towsend, Borrow, Starkie-, Jovellanos es el primero. Conocía perfectamente su tierra, como pedía Unamuno un siglo más tarde, por haberla pisado y recorrido de rincón a rincón. Nada de Asturias le resultaba ajeno, desde las minas a los monumentos o el paisaje. Jovellanos también nos ha enseñado a mirar a Asturias. Y es digno de todo elogio que sean dos empresas privadas, Hidroeléctrica y ALSA, quienes nos ofrezcan un resumen de esta completa mirada sobre Asturias que son los diarios, y esa mirada total sobre Jovellanos que es la «Bibliografía jovellanista» de Moratinos y Cueto.

La Nueva España · 30 septiembre 1998