Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Personas y hechos de Asturias

Ignacio Gracia Noriega

Los indianos

A comienzos del verano se empieza a escuchar el dulce acento mexicano por las calles de Llanes; y a lo mejor, cuando pasamos delante de una casa de campo, se detiene un coche ante ella, alguien grita y se oyen pasos presurosos que bajan las escaleras:

—¡Que vienen los indianos!

Vuelven los indianos con sus coches, sus cigarros puros y sus familiares, aunque es preciso tener en cuenta que los indianos de ahora no son los de antes: ya no vienen con el coche mejor que «haiga», sino que lo alquilan en Madrid, en Torrelavega o en Gijón. Algunos guardan el coche propio en un garaje cuando se van y lo desempolvan cuando regresan al año siguiente.

Lo mismo que hay personas que tienen dos casas, yo conozco a quien tiene un coche para cada casa, aunque ahora el peso no es lo que era, ni casi nada es lo que era antes. Pero, de todas formas, los indianos vuelven, año tras años, para ver los parientes, para saludar a los amigos, para sentirse en casa durante dos o tres meses; y todo esto a pesar de las crisis económicas de México y Venezuela.

—¿Qué tal por México?

—Bien. Andele.

A los indianos no parece que les preocupe demasiado la crisis, aunque quien más, quien menos, procura situar los ahorrillos en Norteamérica, que es inversión segura. Como no ven la televisión de aquí no tienen ni idea de que EEUU está al borde de la bancarrota.

Ellos, cuando van a Norteamérica, no se andan con cuentos, y no quieren saber nada de latinos, sino que se proclaman castellanos, europeos.

Se conoce que una cosa son los indianos y otra los políticos demagógicos.

Los indianos de ahora llegan sin exotismos, sin grandes anillos ni la cadena del reloj cruzándoles el chaleco de buen paño, ni sombreros de «jipi» de Panamá; o, como escribió César González Ruano:

Desembarcará un indiano
con un mono en la mano.

Alguno habrá cogido acento mexicano, mientras otros se aferrarán a la ruda habla astur.

Ya no van a la bolera como antes, porque apenas se juega a los bolos; y como ahora hay whisky en todos los establecimientos, muchos pasan por alto el consumo sentimental y patriótico de la sidra. Vienen a descansar, a pasar las vacaciones, porque ahora se tarda en llegar de México a Llanes lo que antes se tardaba en ir de Llanes a Madrid.

Los indianos llegan cuando empieza el verano, que es precisamente cuando antes se marchaban los «tamargos», los tejeros errantes del Valle de San Jorge y de Posada. Los tejeros subían a Castilla y permanecían allí, realizando su duro oficio, hasta el otoño; y cuando regresaban a sus casas, los indianos ya se habían ido o estaban a punto de irse. Nunca coincidían los indianos y los tejeros si no era en México, a donde muchos «tamargos» emigraban después de haberse curtido en la emigración estacional de la tejera: quien pasó por aquellos trabajos estaba preparado para cualquier cosa.

Vuelven los indianos una vez más, a pesar de la crisis. No se olvidan de su familia ni de su tierra. Y siguen siendo un soporte económico importante para muchos asturianos. Otra vez se puede cantar la canción:

María, si vas a Gijón,
no te bajes de la acera,
que los coches mexicanos
toman «toa» la carretera.

La Nueva España · 14 de julio de 1989