Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Despedidas & necrológicas

Ignacio Gracia Noriega

Carlos Conde, entre ángeles y campanas

En memoria del matemático y profesor de la Escuela de Minas

Muere Carlos Conde en Navidad. Ninguna fecha es buena para morir, pero hacerlo en Navidad tiene un sentido muy especial sobre todo para una persona religiosa, como lo era Carlos Conde. No pudo celebrar esta Navidad en familia pero la habrá celebrado donde le corresponde, entre ángeles y campanas.

Conocí a Carlos Conde en los cursos de La Granda, de los que era asiduo, y aunque sus conocimientos excedían a los del matemático y era universales dando su gran talla de humanista, siempre estaba allí sentado entre el público, como oyente cuando hubiera podido dictar grandes lecciones no solo sobre temas propios de su especialidad. Allí nos hicimos amigos, y siempre fue para mí un problema tratarle de "tú" y llamarle "Carlos", como me exigía. Yo me defendía como podía de aquella exigencia:

—¡Si cuando yo jugaba a las canicas usted ya era ingeniero!
—¡Razón de más! Tratándome de "usted" me haces viejo.

Era una persona encantadora, y como la mayoría de las personas encantadoras, muy bien educada. Como profesor era enérgico y suspendía como quien toca la pandereta; pero en el trato era de una cordialidad extraordinaria Con él se podía hablar de muchas cosas y siempre preguntaba más que afirmaba, y aunque era muy culto, su actitud era humilde, como la de quien en todo momento está dispuesto a aprender algo nuevo. Como profesor, en cambio, era duro, lo que antes se llamaba un ' hueso", y en este campo no era transigente. Lo fundamental era que un ingeniero estuviera muy bien preparado, y no solo como ingeniero. En una o varias ocasiones me dijo que en los exámenes escritos juzgaba también la ortografía de los alumnos, y si a alguno se le deslizaban dos o tres faltas, le suspendía aunque supiera más matemáticas que Newton.

Era muy conservador y un patriota. El término "patriota.' últimamente se ha devaluado tanto que produce con frecuencia equívocos. Se considera que el patriota es un individuo anacrónico, cuando no cosa peor. Carlos Conde creía en la nación y en el sentido nacional Su patriotismo me recordaba al de Pérez Galdós en los "Episodios nacionales", por los que sentía una admiración profunda expresada en una lectura frecuente de aquellos libros. Le gustaba leer libros de historia y una de sus lecturas recientes fue "La Contra Armada", que leí por su recomendación y donde se relata la "verdadera historia de la Armada Invencible", derrotada ante las costas de Inglaterra: pero al año siguiente, una armada inglesa fue dispersada y vencida en las costas españolas. Tenía su concepto de la Historia, y como científico riguroso que era, sabía que la Historia es relato y versión de los hechos necesariamente parcia Pero pedía que de un hecho se dieran todas las versiones posibles. Si se hubieran aceptado todas las versiones, la "leyenda negra", hubiera sido tan leyenda como la de los trabajos de Hércules.

Con Carlos Conde se pierde una figura irrepetible. Como Emilio Alarcos y Gustavo Bueno vino a Oviedo hace ya muchísimos años y ahí quedó después de haber sido una de las mayores figuras académicas de la Escuela de Ingenieros de Minas.

La Nueva España · 29 diciembre 2014