Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Bajo las nieblas de Asturias

Ignacio Gracia Noriega

El arte de vivir de Samuel Pepys

En cierta medida, Samuel Pepys es el equivalente, en Inglaterra, de José del Campillo en España, aunque nació sesenta años antes que él (por eso, la Armada inglesa fue por delante de la española) y no ocupó tan relevantes cargos políticos: Campillo llegó a ser ministro universal de Felipe V (entre las carteras que desempeñaba se incluía la de Marina), en tanto que Pepys fue presidente de la Royal Society, y, virtualmente, ministro de Marina. Ambos fueron escritores, aunque de carácter muy distinto: Campillo pretendía que sus escritos resultaran de utilidad pública, en tanto que los de Pepys se reducían a su ámbito privado: no sólo escribía para sí mismo, sino que lo hacía empleando un sistema criptográfico de su invención que fue preciso descifrar cuando se procedió a publicar su diario. Y, en fin, Pepys fue un «bon vivant», en tanto que dudo que Campillo lo fuera, con lo ocupado y ajetreado que andaba. La consideración que el futuro tuvo con los dos también fue diversa: hoy se considera a Campillo como uno de los primeros ilustrados españoles del siglo XVIII, tanto cronológicamente como por las obras realizadas, aunque la grandeza de su figura no se aprecia todavía en su completa dimensión, mientras que a Pepys se le reconoce como uno de los mayores escritores de la lengua inglesa.

«En opinión general –escribe Antonio Dorta– el diario de Samuel Pepys ocupa el primer lugar entre los numerosísimos diarios ingleses. Todas las condiciones que debe llevar un diario íntimo se hallan cumplidas en él: está escrito con escrupulosa regularidad día tras día y, por consiguiente, recoge la impresión espontánea que dejan en su autor los acontecimientos a que asiste como actor o espectador. El relato minucioso de los sucesos de carácter público, los incidentes de la vida casera y, a pesar de la fecha en que fue escrito, la ingenua revelación del yo de su autor, aparecen reflejados en él». Como Pepys no contaba con que su diario llegara a ser leído por otros, permitía que se desenvolviera y opinara el personaje que en realidad le interesaba: él mismo.

Samuel Pepys nació en 1633, hijo de un sastre londinense, y se educó en el Magdalena College, de Cambridge, en el que el 23 de octubre de 1653 fue amonestado públicamente por haber bebido bastante más de lo que las normas de la casa consideraban razonable. Tal amonestación no fue motivo suficiente para que Pepys desdeñara la bebida alcohólica en lo sucesivo. A lo largo de su vida no permitió que, en ninguna circunstancia, le afectara la sed, y amó las buenas viandas y pasar buenos ratos en aquellas excelentes tabernas inglesas, en las que el doctor Johnson y Mr. Pickwick harían gala de ingenio y de ingenuidad, respectivamente. A Pepys le gustaba comer bien, y después de comer, confiaba a su diario qué había comido. Hacía los grandes elogios del pastelón de venado, a propósito del cual Álvaro Cunqueiro le reprochaba que no lo hubiera descrito con más detalle, de los riñones, de la cerveza y del rodaballo «a la moda de los cinco puertos»: «Sir Samuel Pepys, con el tricornio y la barriga con que aparece en el cuadro de Robert Spencer, Pepys y las naves, lo alabó recreándose en sus guisantes, sus espárragos, sus tiernas alcachofas, sus cebollinos de Bath, sus coles de Roulers y las lonchas de tocino de cinco hebras», escribe Cunqueiro, demostrando que no le guardaba rencor por haber sido tan lacónico con el pastelón de venado.

Pepys, en su tiempo, no fue conocido por ser escritor ni por gastrónomo, sino como eficientísimo administrador civil, que comenzó su carrera de funcionario como secretario de su primo, sir Edward Montagu, quien más adelante le propuso para los cargos de oficial de actas en el Ministerio de la Marina y luego para el de oficial del Sello Privado. En el año 1668 pronunció un famoso discurso en la Cámara de los Comunes, en defensa de la Armada. Se considera a Pepys como el creador de la moderna Armada inglesa: algo tan característicamente inglés como los riñones en el desayuno. Naturalmente, no quiso colaborar con la revolución de Cronwell. Murió en Clapham, el 25 de mayo de 1703.

El diario de Pepys es uno de los libros más deliciosos de la literatura inglesa, equiparable a la «Autobiografía» de Edward Gibbon, otro «bon vivant». Y eso que con algunos juicios suyos no estoy de acuerdo, como el que manifiesta sobre «Sueño de una noche de verano». Pero aun esto se lo perdonamos a Pepys, en consideración a su formidable arte de bien vivir.

La Nueva España · 23 agosto 2003