Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Bajo las nieblas de Asturias

Ignacio Gracia Noriega

Conmemoraciones asturianas. Campomanes

De tanto preocuparse por el control de la Caja de Ahorros y de tanto enfrentarse y echar pulsos con el Gobierno de Madrid y con su propio partido, o por apoyar a su actual aliado y ayer enemigo (como dice el refrán clásico, ayer tal y hoy compadres), parece que el señor Areces se olvida de que tiene a su disposición una Consejería de Cultura que debería ocuparse, lo mismo que el RIDEA, que tampoco se ocupa, de conmemorar ciertas importantes e inexcusables efemérides asturianas. Recientemente recordaba yo en estas páginas el escandaloso olvido con que transcurrió en Asturias el cuarto centenario del nacimiento del escultor Luis Fernández de la Vega, nacido en Llantones (Gijón) en 1601. Y fue, no obstante, el más destacado escultor asturiano. Tan sólo don Martín González del Valle parece haberse acordado de él, ya que tiene a su cargo, desde el fallecimiento de su padre, la conservación y restauración del altar de San Martín, en la catedral de Oviedo, una de las obras más destacadas de este escultor.

Este año es el bicentenario del fallecimiento de Pedro Rodríguez, conde de Campomanes, ocurrido en Madrid el 3 de febrero de 1802. Como no toda la «cultura asturiana» va a limitarse a la «música celta» con sones irlandeses, ni al «bable nes escueles», ni a la fabricación de artesanías para consumo de turistas, es hora ya de decir que la Ilustración asturiana, de la que Campomanes fue uno de los más grandes representantes, es más importante, universal y duradera que la música celta, el bable normalizado o cualquiera de esas otras cosas a las que ahora se les llama «cultura». Cultura es Campomanes, y es política, y es historia; porque en la cultura, como en todo, también hay grados. Hay cultura que se escribe con mayúscula y cultura que se escribe con minúscula, aunque ésta tenga otros atractivos y conveniencias perecederas.

Como dice Tamarón, nos consta que Terenci Moix es más demócrata que don Francisco de Quevedo, pero no es por ello mejor escritor. La música celta, a su vez, es más «modelna» que Campomanes, pero no más asturiana. Madrugadores, Juan Velarde, Teodoro López-Cuesta y Rafael Anes ya han organizado un seminario sobre Campomanes en La Granda, que se celebrará a finales del próximo mes de julio. Y, por su parte, el odiado, denostado, incompetente, ineficaz y, sobre todo, enemigo de Asturias Gobierno de Madrid (que ahora es tanto como decir Gobierno del PP), en Consejo de Ministros, ha aprobado, mediante real decreto del 18 de enero de 2002, la creación de una comisión nacional que se encargará de programar, impulsar y coordinar la conmemoración del bicentenario de la muerte del conde de Campomanes. Preside esa comisión el asturiano Rodrigo Rato, ministro de Hacienda, y pertenece a ella, entre otros miembros del Gobierno, el también asturiano Francisco Álvarez-Cascos, ministro de Fomento, que se encargará de la comisión ejecutiva.

Hasta ahora, el Gobierno presidido por José María Aznar tan sólo ha creado ocho comisiones nacionales para conmemorar efemérides relacionadas con españoles ilustres. Han sido éstos los personajes conmemorados: Carlos V, Felipe II, Antonio Cánovas del Castillo, Federico García Lorca y los asturianos Jovellanos (con motivo del segundo centenario de su entrada en el Gobierno, como ministro de Gracia y Justicia), Alejandro Mon, Leopoldo Alas, «Clarín», y, este año, Pedro Rodríguez, conde de Campomanes. Como bien ha declarado Mercedes Fernández, delegada del Gobierno en Asturias, a LA NUEVA ESPAÑA, el 19 de enero de 2002, «en los seis años de Gobierno del PP ninguna otra región como la asturiana ha recibido un esfuerzo tan manifiesto por parte del Ejecutivo de Aznar en la promoción de grandes eventos conmemorativos y la recuperación de la memoria y la trayectoria de algunos de los más insignes prohombres de nuestra historia». De esta forma ­añade el periódico­ la delegada del Gobierno aprovechó para recordar la muestra «Jovellanos, ministro de Gracia y Justicia», en 1998, y la creación de las comisiones nacionales de Alejandro Mon en el segundo centenario de su nacimiento y la reciente de Clarín, en el centenario de su muerte.

Aunque hoy en día Campomanes parece un tanto en segunda fila con respecto a la gran figura de Jovellanos, se trata de una personalidad de primera magnitud, no sólo en el aspecto político, sino también en el teórico, y fue, antes que Jovellanos, uno de los primeros impulsores de Asturias, aunque, como escribe el propio Álvarez-Cascos (en «Rasgos y riesgos del desencanto astur», Pág. 31), cuando asturianos ilustres como Campomanes, Jovellanos o Toreno se dieron cuenta de la importancia del carbón y el hierro para Asturias, «sus paisanos no los escucharon». Esperemos que, transcurridos doscientos años de su muerte, los asturianos conozcan de una vez a Campomanes. Aunque la «libertad económica y de industria» que proponía no coincida con el planteamiento de quienes creen que se «hace Asturias» atacando a Madrid.

La Nueva España · 7 de marzo de 2002