Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Entre el mar y las montañas

Ignacio Gracia Noriega

Posada y el Valle de Ardisana

Posada y Nueva son las dos poblaciones mayores del Concejo de Llanes. La parroquia de Posada es grande, como corresponde a pueblo de tal envergadura: una vez pasado Balmorí, ya estamos en sus límites, que comprende los pueblos de Quintana y Piedra al este, Lledias al sur, Bricia al norte y Turanzas al suroeste: por Bricia, Posada se asoma a la mar de Niembro: «que dentro de los términos de dicho lugar hay parte de la cuesta de Niembro, como corta de la riega de el Cor a la fuente de Salgaredo, que es donde se dividen los términos de los dos lugares de Niembro y Bricia», según leemos en el «Real Apeo del Concejo de Llanes», publicado en la «Historia de Llanes y su concejo», de Fermín Canella.

Posada, según Madoz, es de terreno «llano, fértil y ameno, y por consiguiente la situación de esta parroquia es de las más deliciosas de la provincia. Sus principales productos son maíz, manzanas, liabas, castañas y patatas; también se cosecha buen trigo y toda clase de frutas; hay ganado vacuno, de cerda y lanar, y pesca de truchas y angulas en el río Bedón». El río más importante de la parroquia es el Cabrales, que desemboca en Niembro, después de ir algunos tramos por debajo de tierra, como otro Guadiana, y que da [149] considerables disgustos a los vecinos de Posada a causa de las inundaciones que provoca, a poca lluvia que caiga.

Pero Posada, dominada por su iglesia, es población grande e industriosa, de aspecto urbano, con su plaza principal, en la cual la estatua del patricio Parres Piñera parece vigilar los precios del mercado que se celebra allí a sus pies, todos los viernes; y hacia Posada la Vieja hay buenos palacios y huertas amenas. La feria de Santa Lucía gozó de fama en toda la provincia, y la describe con detalles coloristas Antonio Fernández Martínez, en 1892: «La iglesia de Posada, en lo alto del pequeño cerro cuya falda roza el camino, parece presidir el ferial. Más abajo del templo y a la izquierda, la casa-escuela está rodeada de ganado; a la derecha, otro respetable ganado sembrado de cabezas humanas y, entre los dos, la carretera seguía recta para elevarse un poco más allá, como si quisiera preparar el salto del río San Antolín a favor de la pendiente rápida. La luz del sol, velada por una cortina de nubes, caía pálidamente sobre la escena, a la cual prestaban animación los rumores de mil conversaciones en alta voz, los mugidos de las vacas, el cascabeleo producido por el ir y venir de los coches, el relincho de los caballos, las voces de algún aldeano para tranquilizar a su res, que, aburrida de tantas horas de quietud, corneaba a la vecina por entretenerse en algo... Ruidos y notas que se mezclaban formando un murmullo confuso y propagándose con intensidad, gracias a la calma de la tarde y al inmenso tornavoz de las nubes que ocultaban el azulado espacio».

Posada abarca la Vega y Posada la Vieja, y aunque hay cierta actividad industrial (serrerías y alguna tejera: aquí empieza propiamente la zona de los [150] tejeros o «tamargos»), es sobre todo una localidad dedicada al comercio. «La importancia de esta demarcación radica en los mercados que se celebran los viernes –escribe Emilio Pola–. En él se dan cita los vecinos de numerosos poblados que acuden para hacer sus transacciones comerciales en la próspera Posada, donde, por otra parte, hay múltiples comercios de diversos ramos y excelentemente surtidos». Asimismo, Posada está bien comunicada por carretera y por ferrocarril, aunque el lamentable estado de la carretera no sea el adecuado para lugar de esta importancia.

Por la recta de Turanzas se deja a la izquierda, hacia el monte, Rioseco, y un poco más abajo está Rales, sobre el río Bedón, que a su paso por este pueblo conserva sus aguas limpias, prueba de la civilización de estos vecinos. El camino de Rales conduce a Cardoso, atravesando la sierra plana de Los Carriles, donde, en el barrio de Injiestu, la veterana María Inguanzo fabrica su queso artesanal. Sin embargo, no nos desviaremos aquí: sigamos hasta Puente Nuevo.

Puente Nuevo es la entrada al valle de Ardisana, una vez que se cruza el puente sobre el río Bedón, que da nombre a la localidad (y que según José Saro y Rojas ya no era tan nuevo, hace cien años), y dejando a la izquierda la carretera del río de las Cabras, que lleva a Cabrales y a Onís. A poco de entrar en este valle tenemos, siguiendo una empinada carretera, Los Callejos, y más allá, El Allende. Los Callejos está colgado de la colina, y tiene las casas en perfecto estado y las calles asfaltadas, gracias a que muchos de sus vecinos emigraron a Méjico e hicieron allí fortunas formidables: desde el centro del pueblo se ve, una vez más, el Naranjo de Bulnes recortándose sobre un fondo de montañas y nubes. [151]

Ardisana da nombre a una parroquia, cuya iglesia está bajo la advocación de Santa Eulalia. Según Mari Cruz Morales y Emilio Casares, «la iglesia aparece citada por Jovellanos en la alusión al testamento de Ramiro a la iglesia ovetense», y le da como fecha el 22 de septiembre, Era de 964; y «es en la actualidad como una sucesión de construcciones añadidas unas a otras, entre las que destaca como la más antigua una pequeña puerta al oeste, sencilla, encuadrada en un alfiz, al modo de la iglesia de San Martín de Grazanes (Cangas de Onís), decorado con sogueado». Tiene dos capillas y un arco del triunfo de finales del siglo XVIII en la cabecera, y poseía un retablo de mérito que fue destruido durante la guerra civil. Morales y Casares citan también «dentro de esta parroquia, la ermita de San Miguel de Ardisana, que, conserva la típica planta de una nave y cabecera cuadrada. De sus elementos primitivos no queda más que una saetera en el lado norte de la pequeña nave, ya que la puerta actual está cerrada con ladrillo. Se cubre con madera tanto el ábside como la nave y en la actualidad está destinada a pajar».

De los pueblos y caseríos de Ardisana destacan Ríocaliente, atravesado por dos ríos, el Riensena y el Jo, que posee el mayor conjunto de hórreos de la comarca oriental de Asturias: un total de veintiuno, lo que da idea de que fue lugar de «holgura y labranzas»; Palacio, donde hay varias casas de finales del siglo XVIII, y lo que es hoy La Torre, que fue quemada por los franceses en 1808, aunque todavía se conservan las ruinas del ala Este y la capilla, y la Malatería, que tiene su origen en un hospital fundado a principios del siglo XVII, y cuyo origen se remonta al siglo XII. «Alrededor de esta Malatería se fue [152] fundando un pueblo que lleva el mismo nombre –escribe Fernando Carrera–; de él han salido dos personajes, cada uno en su esfera. D. Manuel Santos Guerra y García, que emigró a Andalucía de joven, igual que otro hermano; el primero fue ilustre director del Hospital de Cirugía de Madrid, gran operador, autor de un tratado de Higiene pública y de un repertorio de Medicina legal. El otro Guerra y, García se casó en Córdoba y fue el abuelo del famoso astro taurino Rafael Guerra (Guerrita)».

José Ignacio Gracia Noriega. Cronista Oficial de Llanes
Entre el mar y las montañas, recorridos por la comarca oriental de Asturias
Económicos-Easa, Oviedo 1988, páginas 148-152