Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mapa literario de Asturias

Ignacio Gracia Noriega

Las dos orillas del Nalón

Cudillero se lleva la palma literaria en un territorio en el que el moscón Valentín Andrés Álvarez, gran prosista de la Generación de 1927, es uno de los autores más destacados

Se ha discutido quién es el autor del primer acto de una de las obras mayores de nuestra literatura: «La Celestina». El bachiller Fernando de Rojas refiere que siendo estudiante en Salamanca encontró el primer acto de la tragicomedia ya escrito y él lo completó, aprovechando unas vacaciones. Tal vez esta explicación sea un convencionalismo literario, pero puso la mosca detrás de la oreja de eruditos policiales que negaron que Rojas fuera el autor de los dieciséis actos siguientes, atribuyéndosele la autoría a Alonso de Proaza, corrector de las pruebas de la edición de Sevilla de 1501, la carta prólogo y los versos cuyo acróstico da el nombre del bachiller Fernando de Rojas, además de las octavas que cierran el libro, firmadas por él; e incluso se ha supuesto que son suyos los actos entre el XIV y el XV que alargaran la tragicomedia hasta el acto XXI. La crítica actual rechaza estas suposiciones, pero no la intervención de Proaza como corrector y como autor de las octavas que firma. No puso Alonso de Proaza su nombre sólo en «La Celestina», sino que fue autor, más latino que castellano, notable en su tiempo. Como secretario de Guillén Ramón de Moncada, obispo de Tarazona, le secundó en sus estudios sobre Raimundo de Lulio, editó algunos de sus escritos, a los que añadió el catálogo de sus obras, imprimiendo la disputa entre el sabio mallorquín y Homero Sarraceno, y en atención a estos y otros méritos fue nombrado catedrático de Retórica en la Universidad de Valencia, en cuya enseñanza perseveró muchos años, pronunciando en 1505 el discurso «Oratio loculenta de laudibu es Valencia». También se le atribuyen las comedias «Thebaida», «Hipolita» y «Serafina», además de otras composiciones poéticas.

También de Proaza eran los hermanos Nicolás y Andrés de Prada, éste secretario de Estado y Guerra de Felipe III, y aunque se desconocen sus obras, «por algunas merecerían ser coronados de laurel de Apolo», según González Posada, pues de ellos dice Lope de Vega:

Don Nicolás y don Andrés de Prada,
Castor y Pólux sean,
que mejor que los Géminis posean
del Fervil mayo la estación dorada.

El río Trubia, que viene de las montañas, pasa por Proaza y desemboca en el río Nalón, el río central de la región, en Trubia; un poco más al Norte, tuerce a la izquierda, dirigiéndose al occidente de la región. Trubia conserva muestras arquitectónicas notable de industrialismo de comienzos del siglo XX; es población artillera, filarmónica y literaria (llegó a tener dos periódicos). Más adelante el Nalón, recibe las aguas del río Nora al lado de la iglesia prerrománica de San Pedro de Nora, erigida por Alfonso II el Casto, y recorre apaciblemente las huertas de Anzo, cuyo primer marqués de la Vega de Anzo, Emilio Martín González del Valle (1853-1911), fue político y ocasionalmente escritor, autor del estudio «La lírica en Cuba», elogiado por Menéndez Pelayo, y del tomo de poesía «Ayer y hoy», mientras su hermano Anselmo González del Valle (1852-1911) es uno de los grandes compositores, musicólogos y concertistas asturianos. La villa de Grado se encuentra en un valle ameno, al oeste del río, que en Peñaflor se encauza hacia el Norte, en dirección a su desembocadura. De esta villa era Alvaro Pérez de Grado, canónigo doctoral de Salamanca y recopilador de los «Establecimientos de la Orden de San Juan» y era oriundo Gonzalo Fernández de Oviedo, uno de los más importantes cronistas de Indias, que detalló la naturaleza de las tierras recién descubiertas con la misma precisión con que fray Bernardino de Sahagún describió su etnografía, y cuya madre, Juana de Oviedo, era natural de la parroquia de San Miguel de Báscones. El escritor moderno más importante nacido en Grado es Valentín Andrés Álvarez, de espíritu polifacético, renacentista y burlón, que viajó en París como si fuera un argentino para estudiar Matemáticas porque quería ser astrónomo y regresó convertido en economista, autor de un tratado sobre la materia que según Azorín era el único publicado en España de su especialidad que se entendía porque está bien escrito. Dispersó su talento en actividades diversas: fue comediógrafo, periodista, bailarín de tangos, taurófilo, novelista, comediógrafo, siempre muy al día de los «ismos» de su época y de todas novedades literarias, desde el modernismo al surrealismo, y uno de los prosistas más destacados de la Generación del 1927 (a la que Pertenecen asimismo como prosistas los asturianos Juan Antonio Cabezas, José Díaz Fernández y el aduanero ilustrado Fernando Vela, gregario de Ortega y Gasset). Su humorismo era estimulante e iconoclasta, ya que consideraba que dentro de él se producía el contacto cósmico entre la categoría kantiana y el tango argentino. Como literato cultivó todos los géneros: la novela («Sentimental dancing», «Telarañas en el cielo»), la comedia («Abelardo y Eloísa, sociedad limitada» «Tararí»), el ensayo («La templanza») y lo; estudios de carácter más profesional como «Introducción al proyecto de la Ley agraria de Jovellanos», «El concepto de capital», etcétera, y dos obritas breves deliciosas: «Guía espiritual de Asturias» y «Memorias de medio siglo».

Nos vamos acercando a la segunda capital histórica de Asturias. El territorio mítico de los reyes se encuentra entre los Picos de Europa y la desembocadura del Nalón. Hubo reyes montaraces (Pelayo, Favila, Alfonso I y Fruela), fluviales (Aurelio, Silo, Mauregato y Bermudo) y, a partir de Alfonso reyes de Oviedo. Santianes de Pravia fue su sede, después de Cangas de Onís y del curso medio del río, donde reinó Aurelio. De Pravia era Rafael Riera (1885-1625), autor de «Pomarada asturiana», volumen que reúne cuentos y estampas costumbristas, bastante mediocres e incoloros, pero publicado en Espasa Calpe, una editora de cobertura nacional. Y en Riberas de Pravia nació Luis Amado Blanco (1903-1975), exiliado a Cuba después de la Guerra Civil pero que se acomodó al castrismo, por lo que no tuvo que exiliarse de nuevo como Antonio Ortega, sino que fue embajador de su país de adopción en Portugal, la UNESCO y Roma. En 1932 publica «Ocho días en Leningrado», crónica de un viaje a Rusia, y en 1967 «Ciudad rebelde», sobre la lucha clandestina contra la dictadura de Batista.

El curso bajo del río Nalón todavía está impregnado por el recuerdo del paso de Rubén Darío. Los lugares de Riberas de Pravia, San Esteban de Pravia y San Juan de la Arena están vinculados a los veraneos del poeta nicaragüense en Asturias, de los que levantó acta Azorín, el cual viajó desde Oviedo a La Arena para visitarle. El paisaje, «uno de los más hermosos que pueden darse», le encantaba a Rubén Darío que extraía de él estampas románticas: «La ría semeja más bien un lago Enfrente se divisa un viejo castillo en ruinas...». En San Esteban de Pravia estuvo abierto hasta no hace mucho tiempo el restaurante El Brillante, con su comedor en el primer piso tapizado de rojo, del que el poeta era cliente habitual.

Ya estamos muy cerca de Cudillero, una de las villas más literarias de Asturias. Por lo que asomémonos a este viejo asentamiento vikingo que no se ve desde mar ni desde tierra. Aquí desarrolla Palacio Valdés «José»: El nombre de Rodillero es explícito y la descripción que abre la novela es la de la Fuente de Canto. También alega Candás sus razones como escenario de la mas conocida novela asturiana sobre la humanidad marinera. Otra novela de mar y de aventuras es «El capitán Cadavedo», de José de Arnao y Bernal, cuyo protagonista era de la Concha de Artedo. Numerosas escritores y poetas de toda España han cantado en prosa y verso a Cudillero, cuyo pasado y folclore fueron recogidos con amorosa dedicación por doña Elvira Bravo.

La Nueva España · 25 agosto 2013