Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

La "muerte digna"

Eufemismos de una sociedad hedonista

Vuelve a sonar el espeluznante concepto de "muerte digna", uno de los más depurados eufemismos creados por la profunda hipocresía de la sociedad hedonista, a propósito de una niñita muerta de una enfermedad irreversible, pero no porque hubiera finalizado su ciclo vital, sino por decisión de sus padres. La madre, atribulada, declaró que al fin descansa la pobrecita, pero sobre todo descansaron los padres y se ahorra unas pesetas el Estado, ya que es de suponer que la Seguridad Social correría con los gastos, y, de este modo, todos contentos aunque muy tristes.

Uno tuvo una formación católica, en la que la hipocresía jugaba un papel muy importante. Nada digamos en las relaciones sociales y en los comportamientos individuales de hace más de medio siglo. La gente actuaba teniendo en cuenta la opinión de los demás, era buena por conveniencia, las señoras se rasgaban las vestiduras si veían un beso en el cine y los curas consideraban que las medias sin costura eran invención del demonio porque debido a ellas no se podía comprobar si las mujeres iban a la iglesia con medias o sin ellas. Pero todas éstas eran anécdotas grotescas si las comparamos con la hipocresía del mundo actual. Esta es una hipocresía de fondo, que denigra y corrompe todos los principios morales hasta ahora vigentes, empleando las mismas técnicas que antes aunque de manera más refinada. Antes, en los colegios, sobre todo de niñas, se amasaban enormes bolas con el papel de plata de las chocolatinas para los "chinitos"; ahora vemos por anuncios de imágenes trágicas, de negritos moribundos, en los que se nos riñe, la gran técnica de la socialdemocracia bondadosa, porque por diez euros podríamos salvar la vida de uno de ellos. Y yo me pregunto: de esos diez euros, ¿cuántos se destinan para pagar el anuncio televisivo, cuántos cobra el que encarga el anuncio, cuántos euros le llegan al negrito hambriento?

Pero donde la hipocresía se muestra de manera más descarnada es en el tratamiento de la muerte. La sociedad hedonista niega la muerte; mas como también rechaza la otra vida, la única solución que le queda es prolongar artificialmente la juventud por medio del deporte y de fármacos. Se han creado establecimientos para morir, habida cuenta de que la negación de la muerte produce una terrible contradicción: se recomienda hasta límites insoportables la vida sana, el deporte y tener cuidado con el colesterol, pero una sociedad de jubilados sanísimos es insostenible. En consecuencia, no tiene ningún sentido estar tan sano, porque, de prolongarse mucho la vida, acabará recurriéndose a la "muerte digna".

La muerte no es digna ni deja de serlo: es lo más importante que le sucede al ser humano después de su nacimiento. En cualquier caso, la muerte es sagrada; la dignidad pertenece a otro ámbito muy distinto. Que se le llame "muerte digna" a desenchufar a un enfermo que vive conectado a una máquina es un eufemismo terrorífico. Pura hipocresía hedonista.

La Nueva España · 29 octubre 2015