Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

País sorprendente

La ley, fundamento de la democracia, sólo se respeta e invoca cuando conviene a intereses partidarios

Realmente, en este país se escuchan cosas sorprendentes, que espero que sea difícil escuchar en una democracia civilizada. Porque el fundamento de la democracia es la Ley, y aquí la Ley sólo se respeta e invoca cuando conviene, se convierte en un estorbo y habrá que cambiarla si se pretende seguir siendo “democrático a la española”.

Por ejemplo, el señor Ponga declaró recientemente que el escándalo levantado en torno al Niemeyer fue por una nimiedad, ya que en otros sitios se robaba más: sin duda estaba pensando en Bárcenas, pero no en Andalucía, y que los posibles problemas de esa benemérita institución podían haberse arreglado “a lo compadre” entre la consejera de Cultura y la alcaldesa de Avilés, sin necesidad de que intervinieran elementos extraños e impertinentes como los periódicos, sin ir más lejos. Huelga añadir que esas dos señoras a las que tenía que habérseles permitido que lavaran “los trapos sucios” en sus casas (y, por favor, no interpreten lo de “lavar” como machismo, sino porque popularmente se dice así: pues en estos tiempos hay que hilar mucho más fino cuando se mencionan mujeres u homosexuales que durante el régimen anterior cuando se rozaba el tema político) pertenecen al mismo partido que el señor Ponga.

Por su parte, Arturo Mas advierte al Tribunal Constitucional que su decisión adversa a la insurrección catalana puede originar actos de violencia. ¿Imaginan al gobernador de cualquier Estado de los Estados Unidos haciendo una advertencia, más bien una amenaza, al Tribunal Supremo de su país? No, no se lo imaginan porque es inconcebible. Bien es cierto que en los Estados Unidos no hay "democracia a la española" y que tenía toda la razón aquel bizarro diputado socialista que propuso enviarle a Ronald Reagan un ejemplar de la Constitución española para que se enterara de lo que una "democracia fetén".

Ahora bien, la constitución ahora no es tan "fetén" como en la época de Reagan, pues desde los frentes más "avanzados" se levantan voces pidiendo cambiarla. Como afirma la unidad de España, ya no sirve, lo que hace falta es una constitución separatista, pues la del "'Estado de las autonomías" sólo lo es de manera encubierta, y así hemos escuchado, sin sorpresa, claro es, a un prohombre de la TV que quien tiene la culpa de que la consulta del 9 de noviembre sea ilegal es el Gobierno: que cambie la Constitución y será perfectamente legal. O sea, que aquí hay que hacer constituciones a la medida, corno si se tratara de una sastrería. Y es cierto que al Gobierno actual se le puede acusar de poquedad, de pusilanimidad, de no ser capaz de gobernar en mayoría. Pero acusarle porque cumple la ley y porque, por una vez, dice que va a cumplir su programa es el colmo.

La Nueva España ·6 noviembre 2014