Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

"Excalibur"

Un perro que fue la tercera víctima del ébola en Europa y cuya muerte obedeció más a un gesto hacia la galería que a la necesidad

La amenaza del ébola ha vuelto a exteriorizar lo malo y lo bueno de la condición humana, concretamente de su variante carpetovetónica. De una parte tenemos el coraje de unos misioneros católicos que arriesgaron y perdieron sus vidas luchando en las profundidades de África contra una enfermedad de momento implacable (insisto en que eran misioneros, que parece ser que es lo que más ofende a los que más se alarman por su repatriación y no médicos sin fronteras ni cooperantes de oenegés, mejor vistos, sin duda, por la "corrección política" vigente); de otro, los que de acuerdo con sus tácticas políticas y sus ideologías exclusivistas arremeten contra el Gobierno, esperando tal vez encontrar otro bocado suculento de la categoría del "Prestige" o de la guerra de Irak, en la que España, como es sabido, no participó, y así hemos escuchado la redicha y demagógica oratoria del "leader" Llamazares planteando el problema del ébola en términos no ya políticos sino de oposición implacable al Gobierno, de manera que cabe preguntarse si para la gente situada a babor del ébola constituye un asidero político y no un problema médico. Hemos visto que esa gente de babor pone por encima de los intereses generales los intereses partidarios, como acaban de demostrar ante Europa entera, prefiriendo que el comisariado que se dilucidaba no fuera para un español si éste no es de su cuerda. Lamentables espectáculos que está dando el partido que pretende gobernar cada vez que se asoma a "Europa" desde que lo conduce el compañero Pedro Sánchez.

Vivimos completamente intoxicados por la política. Es natural: con tantos profesionales del ramo como hay (nacionales, autonómicos, municipales, sindicales), con mando en plaza y sueldo lijo, tienen que intervenir incluso en lo que no saben y a destiempo, como aquel letrado a quien pidió el juez que se dejara de retóricas y él se disculpó: "Señoría, tengo que justificar los devengos", y, en consecuencia, en lugar de proponer soluciones y ofrecer colaboración exigen responsabilidades, demostrando que la casta política es más peligrosa que el ébola.

Mas entre los aspectos positivos de esta crisis se encuentran quienes desaprueban el sacrificio del perro "Excalibur". ¿Fue imprescindible ese doloroso sacrificio? Supongo que habrá sido una "medida preventiva" que pagó el pobre perro de hermoso nombre artúrico: ni siquiera una víctima de la ciencia, sino del miedo. Yo lamento la muerte de "Excalibur", que tal vez haya obedecido más a un gesto hacia la galería que a una necesidad insoslayable, y deseo que estas líneas tengan un sentido de necrológica, como si se tratara de un ser humano. Los animales que viven en contacto con nosotros se humanizan y nos humanizan. "Excalibur es la tercera víctima del ébola en Europa. Pero no escribiré nada más por no incurrir en lo que reprocho a los políticos. En este asunto deben actuar los profesionales.

La Nueva España · 16 octubre 2014