Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

La traición de los nietos

Una reflexión sobre los intelectuales franquistas y su abandono progresivo del régimen

En un ensayo de Antonio Tovar sobre Lucano en el que se reúnen las apreciaciones críticas y la españolada, coleccionado en el volumen "En el primer giro" (1941) y fechado, ahí es nada, en Burgos en 1939, su autor termina a modo de resumen con una traslación de la situación de la Roma imperial a la de España de aquellos días: "Y ahora, amigos, quiero, terminar expresando una inquietud de la más delicada índole política: henos aquí ocupados con todo nuestro esfuerzo en la creación de un Estado, en la organización de una estructura fuerte y cesarista, en el montaje de una abnegada 'seruitus' española. ¿Será falta esta rebeldía de los nietos, de los educados en la seguridad y la paz, de los señoritos que no han creado nada en la sólida estructura que les garantizó la tranquilidad para su cuna y sus estudios? ¿No habrá manera de salvar la continuidad de una ordenación cesárea por encima de este peligro bache de la traición de los nietos?". En el momento de escribir estas líneas, Antonio Tovar se perfila como uno de los intelectuales rectores e ideólogos del nuevo régimen. Pues aunque en la actualidad se supone que en España por aquellas fechas no había intelectuales, porque todos estaban exiliados, como afirmaba León Felipe en un famoso poema, los había numerosos y del más variado pelaje: desde pícaros como Cunqueiro y Cela, vividores como Manuel Machado y Agustín de Foxá, retóricos como Pemán, extravagantes como Ernesto Giménez Caballero y el núcleo más ideológico, fascista cuando no nazi, de los Ridruejo, Lain Entralgo, Torrente Ballester y, naturalmente, Tovar, que sería el intérprete de la entrevista de Franco con Hitler en Hendaya y llegaría a rector de Universidad, y no llegó a más, al igual que los Lain y los Ridruejo, proque la historia es imprevisible y la batalla de El Alamein desautorizó los rumbos que ellos seguían, obligando a los más avisados, entre ellos Tovar, a cambiar el paso y hacerse más o menos demócratas (algunos incluso exhibiéndolo a modo de confesión agustina, como el pomposo Lain). Caro Baroja se refiere aquellos "pilares" de la cultura franquista: "Se resaltó a Cela, a Tovar, a Lain Entralgo, a Torrente Ballester y a otros, y se les proporcionó así una base para que se desarrollaran en sus respectivas actividades". Más cuando la base dejó de parecerles sólida, los más astutos se retiraron mucho antes de que el barco presentara trazas de hundimiento, siendo meritoria la rapidez con que Ridruejo se pasó a la oposición de manera valerosa, en una época muy difícil, como quien quema sus naves. Otros fueron más reticentes, pero por lo general se apartaron del régimen mucho antes de que una flebitis lo tumbara. No fue necesario esperar a "la traición de los nietos", ya que los propios mayores, al abandonar el proyecto de construcción de la España imperial, les abrieron la puerta. No es de extrañar, por tanto que todo el cambio político que se efectuó a partir de la muerte del dictador, lo hayan protagonizado los nietos del régimen, aspirando la mayoría de ellos a la revolución total y conformándose todos a seguir el consejo del príncipe Salina: que cambie todo para que nada cambie.

La Nueva España · 31 julio 2014