Ignacio Gracia Noriega
El esperpento de defender el catalán en inglés
El ejemplo de naciones con varias lenguas, y el de otras que no tienen ninguna
La desaforada intervención de un furioso diputado catalán en defensa de su bable (o, más exactamente, atacando al ministro Wert), secundado por un secuaz que enarbolaba un cartel ¡en inglés! pertenece al más racial y decimonónico «ruedo ibérico»: solo falta otro Valle-Inclán para la crónica de esta nueva «corte de los milagros», aunque muchos de sus aspectos resultan tan grotescos y ridículos que son esperpento por sí mismos sin necesidad de comentario, como defender el catalán en inglés. Por otra parte, ¿quién ataca al catalán para que sean necesarias defensas tan remontadas? O, dicho de otro modo: ¿es que se puede atacar a una lengua? Las lenguas se hablan o dejan de hablarse, y si dejan de hablarse no hay nada que hacer, a no ser que se pretenda reactivarlas de manera artificial a base de subvenciones con dinero público y «políticas lingüísticas» totalitarias. Lo de la geopolítica lingüística» es un absurdo, porque los únicos que marcan la política lingüística son los hablantes, y si no hay hablantes, solo habrá política, como en los casos del catalán y demás «llinguas llariegas», impulsadas al amparo del Estado de las autonomías (según mandato constitucional, que decía González). ¿Es que por tener lengua ya se es nación? La idea es romántica, se encuentra en los «Discursos a la nación alemana» de Fichte. Pero aun cuando no sería misericordioso comparar al alemán con el catalán, debe recordarse que hay naciones que tienen varias lenguas como Suiza y otras que no tienen lengua propia, como Estados Unidos, Brasil o Méjico. La lengua pertenece a otro ámbito que el político aunque ahora se politice con ella; como afirmó Menéndez Pelayo (muy favorable al catalán, por cierto, a pesar de ser «carca»). «Al cabo, las palabras son aire, sobre cuyas alas vuela el espíritu».
Algunas cuestiones respecto al catalán deben decirse en voz alta aunque pequen de «incorrección política»), siquiera sea para que no supongan que estudiamos en el equivalente catalán de las ikastolas. El catalán es una lengua medieval que se detiene en el siglo XVI: no porque lo haya impuesto la tiranía castellana, sino porque «la necesidad de comunicarse con las demás regiones y el extranjero, donde solo tenía curso el castellano, y el uso de éste en la corte, acabaron por recluir al catalán en los límites del habla familiar», escribe Rafael Lapesa, «Historia de la lengua española», página 199. y Karl Vossler: «En los siglos XVI y XVII, Cataluña ya se había entregado al abandono y olvido de su propia lengua, y eso sí que por ninguna opresión de parte del gobierno central». Hasta 1714 y 1716, en que Felipe V desterró el catalán de la enseñanza y de la Real Audiencia, nadie se había ocupado de prohibir esa lengua; pero si los catalanes perdieron la guerra de Sucesión, no la perdieron más que los otros españoles que también la perdieron. En lo relativo a la «importantísima cultura literaria catalana», debe recordarse también que Raimundo Lulio escribió en mallorquín; Ausias March y Joanot Martorell, en valenciano, Boscán en español. Y que nunca hubo un reino catalano-aragonés, sino la Corona de Aragón. O se tiene en cuenta esto o se le da la razón a los que inventan la historia según sus intereses políticos.
La Nueva España · 20 de diciembre de 2012