Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

Novedades sobre el ruedo ibérico

Una defensa de la vuelta de las corridas de toros a la televisión pública

No me enfadó, sino al contrario, me pareció ecuánime y divertido el «Panfleto sobre la tauromaquia» de Antonio Rico y felicito a Alberto Polledo por su arremetida contra ese monumento de la corrección política cursi llamado Vargas Llosa, que nunca fue carne ni pescado ni como escritor ni como personaje público. Como escritor es incoloro y si ahora se nos depara taurófilo será porque espera sacarle alguna rentabilidad. No estoy de acuerdo con Polledo en sus argumentos antitaurinos, que serían aceptables tan sólo en sociedades vegetarianas. Yo no sé qué tendrá que ver el toreo con las catacumbas y los leones devorando a inocentes. También nosotros devoramos toda clase de animales y de momento solo muy pocos protestan. ¿Es que no se matan toda clase de reses para convertirlas en filetes? A los toros se los mata también, pero en público y como espectáculo, aunque en definitiva acaben también en filetes, pero hasta que no vuelva a gobernar la ex ministra Salgado, comer carne no estará demasiado reñido con la corrección política. En cuanto al retorno de las corridas de toros a la programación televisiva después de ser prohibidas por los socialistas en 2006 (Juan Belmonte, en los días de la segunda república, ya temía que los socialistas fueran a acabar con los toros, según cuenta Chaves Nogales), ¿una audiencia de 1.157.000 espectadores no representa, a su modo, un referéndum? Es preciso aceptar por esa gente que acepta solo lo que le conviene que una parte importante de la población española es partidaria de la fiesta. Su prohibición obedece más a motivos políticos antiespañoles y al complejo de inferioridad de nuestros pretendidos «europeos» que a la violencia del espectáculo taurino, porque bajo el anterior gobierno las TV públicas y privadas se hartaron de programar películas de «angélicos pacifistas» como Stallone, Van Damme, Schachenageer (o cómo se escriba), Seagal, Norris, etcétera. ¡Menuda televisión edificante!

Al tiempo que produce escándalo una corrida de toros se quiere presentar como normal que una señora (que sea concejala es lo de menos) se dé gusto y lo divulgue, pasando por alto que ciertas actividades muy íntimas debieran quedar reservadas a la alcoba, al retrete o al matorral. Sin duda, se trata de una nueva manifestación de progresismo, cuya finalidad última o «programa máximo» es devolver al ser humano a las cavernas por la vía electrónica. ¿Es que perder el pudor y el sentido de la privacidad es un nuevo valor en una sociedad sin valores? Naturalmente, esta señora tiene sus defensores diríamos naturales. Pero lo que resulta «contra natura», por así decirlo claramente, es que la defienda Esperanza Aguirre, la gran esperanza blanca del PP rosado. ¿Hasta tales extremos puede llegar la demagogia desvergonzada y el amedrentamiento de la derecha? Si eso es el «derecho a ser libre» como dice su correligionario, el acaramelado Pons, ¡qué idea de la libertad tiene la derecha claudicante!

La Nueva España · 28 de septiembre de 2012