Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

Olimpiada y premios Nobel

Una mirada singular sobre el esfuerzo intelectual y el deportivo

Todavía se repite el ridículo tópico de que los países con mayor número de premios Nobel son los que obtienen más medallas olímpicas. Eso es clamorosamente falso, y España lo demuestra, pues aquí hay muy buenos deportistas, pero con la Universidad en el furgón de cola del mundo desarrollado es explicable que el último premio Nobel científico haya sido Ramón y Cajal (Ochoa era norteamericano por su nacionalidad y por el lugar donde realizó sus trabajos). Se ganarán carreras de coches, partidos de fútbol o campeonatos de tenis, pero lo que es premios Nobel, ni el de Literatura (que no exige una especial cualificación), pues ahora todo el mundo escribe socialdemocráticamente igual y a los pocos que procuran hacerlo de una manera personal no se les hace caso. La única excepción del tópico son los EE UU, que por sus peculiares características políticas y de mercado libre, se permite disponer de grandes deportistas y de los mejores científicos del mundo, que encontraron allí protección política y cobijo económico.

Los deportistas de élite no garantizan premios Nobel, de la misma manera que un Gobierno constituido por los número uno de sus promociones respectivas no lo está haciendo mejor que el anterior, en el que figuraban, en el mejor de los casos, los últimos de la clase, pues aunque Soraya tiene mejores formas (a la educación me refiero) y expediente académico que Leire Pajín, las dos están en el Gobierno por el mismo motivo. Hacer alarde de número uno de su promoción es una superstición de la misma categoría que pasmarse ante el ciudadano que tiene siete carreras (así se llamaba antes a las titulaciones universitarias y habla catorce idiomas. Cabe preguntarse: ¿sería igualmente perito en las siete «carreras» si se dispusiera a ejercerlas simultáneamente? y de los catorce idiomas que habla, ¿en cuántos sabe algo más que pedir el desayuno en un aeropuerto? La vida es demasiado corta para poder dominar en todos sus matices más idiomas que el materno. En cuanto a los número uno, hasta el momento los hubo incontables y, en España al menos, ninguno obtuvo el premio Nobel, ¡oh maravilla! Y digo el premio Nobel como indicativo de que se ha hecho algo muy sobresaliente.

En cuanto a las Olimpiadas, son la mayor falacia del siglo XX. Reinventadas por un bombín francés con nombre de bombín, el barón de Coubertin, se les dio un sentido pacifista y de confraternización universal que de ninguna manera tenían en la antigua Grecia, siendo en la actualidad algo tan «políticamente correcto» como Nelson Mandela, el cambio climático o el sida. Se oculta aviesamente que el mayor entusiasta de las Olimpiadas fue Hitler , que las mejores Olimpiadas de la historia fueron las de Berlín de 1936 y que en el Reich de los mil años todas las olimpiadas se harían en Berlín, en el mayor estadio del Universo, construido por el terrorífico arquitecto estrella Albert Speer (no hay cosa más peligrosa que jueces, cocineros y arquitectos estrella: al cambio, Garzón, Ferran Adrià y Calatrava).

En cualquier caso, felicitémonos porque no le haya caído la china olímpica a Madrid. ¿De dónde se iba a sacar el dinero para afrontar tanto despilfarro?

La Nueva España · 2 agosto de 2012