Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

Los grandes poetas

España conoce poco a los nombres de su literatura clásica

¿Conocen los españoles su literatura clásica? Poco, temo, y cada vez menos. Los ingleses han sabido situar a Shakespeare en el lugar que le corresponde en la literatura universal y los franceses a Racine. Pero Calderón de la Barca, equiparable en muchos aspectos a Shakespeare y superior en la mayoría a Racine, ha tenido que ser valorado por los alemanes. Es evidente que Goethe lo conocía mejor que cualquier escritor español de su época. Es cierto que los románticos españoles no se caracterizaron por su afición a la lectura, y los que leyeron lo hacían en francés. Hace algún tiempo, Carlos Bousoño afirmó que Quevedo es el primer poeta de Europa, tan bueno como Shakespeare. Ni siquiera causó asombro, aunque basta con comparar el soliloquio del rey en «Enrique IV» (ac. III, e.I) con el poema quevediano sobre el sueño para comprobar la enorme altura de ambos poetas.

Para recordar la grandeza de una época literaria, el siglo XVI, y de unos poetas, la editorial Cátedra, en su cuidada Bibliotheca Avrea, ha publicado «Los grandes líricos del Renacimiento español», que contiene la poesía completa de Garcilaso de la Vega, Juan Boscán, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Fernando de Herrera, cinco poetas mayores de nuestra lengua; tres de ellos, Garcilaso, fray Luis y San Juan, indiscutibles desde cualquier aspecto que se los considera. En ellos, la lengua española, que había comenzado a fluir sin romperse el siglo anterior con las serranillas de Santillana y las «Coplas» de Jorge Manrique, alcanza sus cotas más altas en la poesía fluvial y mitológica de Garcilaso, en la poesía honda de fray Luis y en las elevaciones místicas de San Juan: aunque faltan por aparecer en el horizonte las grandes cumbres del siglo siguiente, la luminosa blancura dorada de Góngora y la ceniza retorcida de Quevedo. Tampoco podía faltar Fernando de Herrera, poeta helado y perfecto, como si tallara en diamante con una extraña precisión que sobrecoge.

Su equivalente del siglo XVII podría ser Gracián, que no escribió verso, pero sí prosa compacta y fría. Herrera, poeta épico y fúnebre, elegíaco tanto en la lírica como en la canción por la pérdida del rey don Sebastián, no disponía de una edición asequible de su «obra completa» al lado de Garcilaso por si procede la comparación (a Garcilaso dedicó uno de los monumentos de la crítica de su tiempo, las «Anotaciones» a su poesía). Tan sólo la presencia de Boscán entre estos cuatro poetas puede ser discutible. Se trata del complemento de Garcilaso en tono menor: por él entran los metros italianos en España, donde habrán de tener vida dilatada. Juan Boscán era catalán que escribía de manera natural en castellano. La literatura catalana no existe hasta el siglo XIX, por puro voluntarismo. Ningún escritor español o chino se propone escribir en español o chino como un catalán cuando lo hace en catalán. Anteriores al siglo XIX, los escritores levantinos más destacados fueron el valenciano Ausias March, el mallorquín Raimundo Lulio y el barcelonés Boscán, que escribió en castellano. Tan sólo un reproche: la ausencia de Aldana, poeta que no desmerecería al lado de Garcilaso y San Juan (fue soldado como el primero y en ciertos poemas se aproxima a la mística), y, en general, mejor que Boscán, que resulta un poco monótono. Con Aldana, el panorama de la poesía renacentista hubiera sido completo.

Un gran libro, porque contiene a grandes poetas. Éstos fueron, en España, los poetas de la Europa de su tiempo.

La Nueva España · 26 mayo 2011