Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


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Ignacio Gracia Noriega

Un año sin José Cosmen

Homenaje a un gran emprendedor

Un día pasa a veces con exasperante lentitud (pregúnteselo a los políticos, folclóricas y toreros actualmente enchironados y a los que aguardan su turno para entrar en el distinguido club carcelario) y un año en un soplo: visto y no visto. Vi a Pepe Cosmen por última vez hace poco más de un año, en la iglesia de San Juan de Oviedo, asistiendo al funeral de su entrañable amigo Pepe Velasco, Pepín el de Bar Cantábrico. No muchos días más tarde asistiríamos al suyo. Fueron estas dos ceremonias muy tristes, porque despedían a dos excelentes amigos y grandes asturianos y ovetenses aunque Pepe Velasco fuera de Ponga y Pepe (Cosmen) de Leitariegos, donde la familia estaba asentada al menos desde 1885, en que empieza a relatar su crónica. Los Cosmen eran arrieros que luego se motorizaron. Cuando Pepe Cosmen era joven (nació en 1929), era más difícil ir desde Cangas de Narcea a Oviedo que cuando Pepe Cosmen se hizo mayor ir a China, a África y a Nueva York. Prodigios de un empresario que supe hacer las cosas.

En 1915, el año próximo se cumplirán los cien años, la Empresa Cosmen tenía la línea Cangas del Narcea-Villablino. En 1954 inauguran la línea Degaña-Villablino: paso a paso se van aproximando a Oviedo, con la línea Pola de Somiedo-Grado. Poco después entran en la capital de la provincia por Belmonte, y a partir de ese momento. el ancho mundo se abría para los Autornóviles Luarca, más conocidos como ALSA. A bordo de un autobús se puede llegar a China aunque un precursor de Pepe Cosmen, el aventurero Miguel de Luarca, lo hizo desde la costa en el siglo XVI. De manera que en la presencia de Asturias en China, lo que empezó uno de Luarca, lo remató otro de Cangas del Narcea. Aunque lo verdaderamente difícil era ir desde Cangas del Narcea a Oviedo: se tardaban cinco horas, pero los viajeros tenían tiempo para todo: para compartir la comida con el vecino de asiento, para avisar en la aldea siguiente que una vaca andaba suelta, para escuchar mil anécdotas, para trasmitir noticias e incluso para cantar a coro y beber un trago de la bota que tendía un viajero. El conductor de autobús era a la vez emisario, banquero, cronista del día, mecánico (por si se producía una avería) y tenía una autoridad parecida a la del capitán de un barco. Con los conocimientos adquiridos al volante de un autobús se estaba preparado para crear grandes empresas. El autobús fue su Universidad, y también hizo peritaje que es una carrera que vale para todo, como él decía.

La aventura de Pepe Cosmen fue fascinante. Desde su rincón cangués se extendió por el mundo. Algo deben tener la leche y los aires de Leitariegos, porque Francisco Rodríguez, de Reny Picot, es otro de los grandes empresarios internacionales españoles. Pepe Cosmen conquistó el mundo con una dan naturalidad. Era un hombre tranquilo. Tan tranquilo que podía suponerse que no moriría nunca. Y no ha muerto. Cada vez que vemos un ALSA ahí está Pepe Cosmen. El hombre es su obra.

La Nueva España · 4 diciembre 2014