Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Semblanzas

Ignacio Gracia Noriega

Alberto Fernández: Aquellos duros años

Conocí a Alberto Fernández hará unos diez años, en el restaurante «Niza», de Oviedo: era un hombre alto y vital, que hablaba deprisa. Luego me enteré, no sin sorpresa, de que era hermano de José María Fernández Pajares, amigo mío, y de mis padres, muy antiguo, y a quien no se parecía en nada. José María es un erudito y Alberto, un hombre de acción. Aquella mañana entraba en el «Niza» acompañado de Masip Hidalgo y de Girón Garrote "y yo estaba en la barra con Ludivina García Arias: acababa de llegar de París, y consideraba España como si la pisara por primera vez. Ludi y yo lo acompañamos a la mesa, con Girón, y comió con apetito almejas a la marinera al tiempo que hablaba de la unidad entre los socialistas, tema del artículo que había publicado en un ejemplar de «Avance», que apareció en edición pirata, pues el PSP había utilizado la cabecera del veterano periódico socialista para lanzar unas hojas a ciclostil, las más redactadas en bable; el único artículo firmado era el de Alberto Fernández, y era evidente que a este hombre, socialista ortodoxo, alguien del PSP le había metido el gol de conseguir su colaboración, para aquel «Avance» apócrifo. ¿Quién? Mientras Ludivina se lo explicaba sin tregua pero sin pausa, Girón Garrote miraba para otra parte, como quien no quiere la cosa, y Masip Hidalgo no se había quedado a comer porque tenía que ver a un señor. Aún es hoy el día que no sé si las prosas bables de este «Avance» fueron escritas por el más hablista y literato de los socialistas asturianos, Pedro de Silva, nuestro señor. De aquélla Emilio Barbón argumentaba contra el hable como lengua política, indicando, con toda la razón del mundo, que redactar un panfleto en «llingua llariega» llevaría mucho más tiempo que si se daba en español 'y al cambio iba a ser comprendido por mucha menos gente. A fin de cuentas, la, lengua de Pablo Iglesias y de Manuel Llaneza era 'el español..

Alberto Fernández había mantenido el «Avance» en París, según tengo entendido. El «Avance», el combativo periódico dirigido por Javier Bueno, por, aquellos días todavía formaba parte de las tradiciones socialistas asturianas. Muchos antiguos militantes decían que se acordaban de Javier Bueno y otros se inventaban que lo habían conocido. Algunos opinaban que Bueno estaba a la izquierda del PSOE, - pero nadie le regateaba el reconocimiento de su valor personal; valor en la revolución de octubre, valor en la guerra en Asturias, valor al regresar por Francia, después de la caída del frente del Norte, y valor, finalmente, ante un pelotón de fusilamiento..

Alberto Fernández es periodista y hombre, de acción, de la escuela de Javier Bueno, seguramente (hablé pocas veces con él, y nunca de Bueno, que yo recuerde). Guarda el recuerdo de aquellos duros años de la revolución y de la guerra; pero sobre todo no olvida la participación española en la Resistencia francesa contra los invasores nazis, que mereció el elogio de los generales De Gaulle y Leclerc y estas palabras de Ignazio Silone talladas en la piedra e inspiradas en las que honraron a los héroes de las Termópilas: «Caminante, di a nuestro pueblo que los españoles supieron combatir por la libertad y morir por ella». Alberto Fernández formó parte de los primeros grupos de resistentes en las montañas, cuando Francia, desmoralizada, cedía bajo la bota del invasor nazi o combayaba con él de la mano del mariscal Pétain..

Para los españoles exiliados, derrotados en España, internados en campos de concentración por las autoridades francesas, la lucha contra los nazis sobre suelo francés era prolongación de la que, se había perdido en España en defensa de la República, y" esta guerra, afortunadamente, terminó en victoria. De no haber sido por la obstinación de Winston Churchill, por el sentido cívico del pueblo inglés, por los minoritarios grupos de resistentes que se iban extendiendo por las naciones ocupadas de Europa, escalofría pensar lo, que hubiera ocurrido; toda Europa desfilando al paso de la oca y cantando el «Cara al sol». Alberto Fernández estaba en las montañas, en los primeros grupos de guerrilleros, células de cinco personas, tres leñadores, que servían de cobertura y de apoyo, y dos hombres armados. Alberto taló muchos bosques, hasta aquellos lugares de la alta montaña en que el final del enebro anuncia el comienzo del territorio de las nieves; y concluida la guerra escribió libros sobre el maquis; «La España de los maquis», libro pésimamente titulado, casi tan mal como «La Asturias que venció Roma», de Constantino Cabal, del que don Juan Uría decía que no se sabía quién había vencido a quién; y el de Fernández trataba de lo contrario que se decía en la portada, de los españoles en el maquis francés. Otra obra suya, ya sin equívoco en el título, es «Españoles en la Resistencia». La Resistencia francesa es tema literario tocado ampliamente por asturianos: Celso Amieva se refiere a ella en «Españoles en el destierro» y en «Versos del maquis». Y uno de sus grandes héroes fue Cristino García, asturiano de Luanco, a quien el general Olleris, con motivo de concedérsele la Cruz de Guerra a título póstumo, califica de «resistente entre los primeros, dotado de un alto espíritu de organización y de combate», y a quien se refieren amplia y efusivamente en sus libros tanto Celso Amieva como Alberto Fernández.

La Nueva España · 28 septiembre 1986