Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Semblanzas

Ignacio Gracia Noriega

Recordando al «Cainejo»

La muerte del sherpa Tenzing Norgay en la ciudad de Darjeeling, en la lejana India, nos trae al recuerdo a Gregorio Pérez, el «Cainejo», que subió por primera vez al Naranjo de Bulnes acompañando, a don Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, con dos botellas de vino (una de las cuales, dejada en la cumbre, bebería al año siguiente Gustav Schulze, el primero en hacer esa escalada en solitario), " una cuerda de pita comprada en Londres por don Pedro y unos, buenos Zeiss prismáticos. El Naranjo de Bulnes, de 2.516 metros de altura, no es comparable, en este aspecto, al monte Everest, de 8.840 metros, y coronado por primera vez por sir Edmund Hillary y por el sherpa Tensing. Sin embargo, algunas analogías hay entre ambas escaladas. Hillary, alto y desgarbado alpinista neozelandés, de rasgos inconfundiblemente británicos, era el don Pedro Pidal (por el contrario, grueso y sanguíneo) en la escalada al Everest, mientras que el guía nepalí Tensing (que luego se dejaría llevar por los cantos de sirena del nacionalismo hindú), oficiaba lo mismo que el «Cainejo», que no era asturiano, sino de Caín, como su nombre indica.

Pero hay más afinidades incluso entre los montes. Everest, la montaña más elevada del globo, lleva el nombre del ingeniero inglés que determinó por primera vez su altura, en 1856, pero desde lejos, sin acercarse a ella. Sus nombres propios son, en tibetano, Chomolungma, «Diosa madre del mundo», y Sagarmata, «La montaña sobre la que los pájaros no pueden volar». Según decía Tensing, es difícil igualar la grandeza y la dignidad del Makalu, pero el Everest es aún más bello, porque es el más alto. Si se le pregunta a Alfonso Martínez, el hombre que más veces subió al Naranjo, tantas que hasta perdió la cuenta, por qué es el monte más conocido de los Picos de Europa, aún sin ser el más alto, contesta entusiasmado: «Porque es el más ''guapu"».

El Naranjo fue anotado con ese nombre por Ludwig Wilhelm Schultz en su mapa topográfico de Asturias. Sin embargo, parece ser que no pisó los pueblos altos de Cabrales y que su perspectiva de los Picos de Europa está tomada desde Nueva de Llanes; el nombre de Naranjo vendría de la tonalidad anaranjada que toman los rayos del sol al dar a la caliza: anaranjado se ve desde Asiego bajo el sol de Poniente. Esta denominación desplazaría a la antigua, Picu Urriellu, según algunos; pero no parece del todo probable. Casiano de Prado, que recorrió los Picos de Europa antes que Schultz, habla del Naranjo de Bulnes, lo mismo qué José Saro y Rojas, años más tarde, en Pequeñas jornadas, itinerarios por el territorio llanisco publicados en El Oriente de Asturias, en 1886.

Hillary y Tensing, miembros de la expedición de Hunt, alcanzaron el techo del mundo el 29 de mayo de 1953, enarbolando las banderas india, nepalí, británica y la de la ONU sobre el piolet; don Pedro y el «Cainejo» fueron menos nacionalistas en lo que a banderas se refiere, aunque la, obsesión de don Pedro era que algún extranjero pudiera ser 'el primero en escalar el Naranjo; no obstante, para dejar constancia de que estuvieron allí, hicieron un montón de piedras en la cumbre, descorcharon una de las botellas de vino, la bebieron y don Pedro depositó entonces, en su interior, su tarjeta; mucho tiempo después se la mostraría Gustav Schulze en el curso de una cena en la pensión Velarde, de Bustio, a la que asistía también el conde de Saint-Saud.

El «Cainejo», como refiere en su testimonio, incluido en el libro «Picos de Europa», de don Pedro Pidal y José F. Zabala, estaba segando en Caín cuando fue a buscarle don Pedro para que le acompañara a la ascensión al Naranjo. Antes de acercarse a Bulnes recorrieron diversas cumbres de los Picos. «Bulnes está encajonado entre murallas de piedra y sólo al Este se perciben las praderías que dan acceso a la canal de Camburero», escribe don Pedro Pidal». «Entrad por esa canal endiablada, sin sendero alguno, y al cabo de un par de horas de marcha os encontraréis con una peña colosal, tallada a pico por sus cuatro costados. Esa peña, el más célebre pico de los Picos de Europa, es el Naranjo de Bulnes». Y como narra el «Cainejo» : «Bajamos a la majada; nos preguntan los pastores el objeto de ir por allí sin escopetas; se lo hemos dicho, y dicen ellos: bien atrevidos los hubo en Bulnes y los hay también, y nunca subió arriba «maide»; pero es que. ni los rebecos tampoco». Más el esfuerzo mereció la pena: «El paisaje que divisábamos», escribe Pidal, «no era otro que el corazón de los Picos de Europa, visto en medio de ello: glaciares, neveros, peñascales, tiros, agujas, desfiladeros, pedrizas, pozos, robezos empingorotados en alguna punta o manadas de ellos paciendo a nuestros pies en el valle desierto». Y en la cumbre quedaban dos botellas de vino como una ofrenda a la montaña; del mismo modo que Hillary y Tensing hicieron un agujero en la nieve, y Tensing metió en él chocolatinas y dulces para los antiguos dioses; y Hillary un crucifijo que le había dado Hunt.

La Nueva España · 14 mayo 1986