Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Personas y hechos de Asturias

Ignacio Gracia Noriega

Los aguinaldos, fiesta de invierno

La celebración del Año Nuevo en San Juan de Beleño, capital del alto concejo de Ponga, puede que sea una de las fiestas más singulares del «ciclo navideño» en Asturias y, desde luego, lo es de la comarca oriental, donde las tradiciones se van perdiendo o adaptando a los gustos de un turismo indiferente y masificado. En ese día salen los mozos a caballo a pedir el aguinaldo y, por su cuenta, sale el «guirria», pervivencia de antiguas costumbres mágicas, que don Juan Uría consideraba como prerromanas. Según Julio Caro Baroja, «examinando el nombre de 'guirrio' no hemos llegado a deducir, como pensamos en un principio, que en la antigüedad estos enmascarados de primeros de año tuvieran un carácter bufonesco; pero este carácter se apreciará por otros criterios. A este carácter hay que añadir uno demoníaco, amedrantador». Respecto a este nombre, Constantino Cabal propone la procedencia de «guerrire», del bajo latín, con significado de «saltar de gozo, retozar», y Fausto Vigil señala que la forma femenina «guirria» (que, por cierto, es la utilizada en Beleño) «puede confundirse con la oguerria vasca, de raíz cántabra, del antiquísimo lenguaje astur, máxime teniendo muy en cuenta que esta última significa en euskaro 'Navidad'». Precisamente, mientras comía en la fonda y escuchaba las explicaciones de Tomás, el dueño del establecimiento y uno de los mejores conocedores de las antigüedades de Ponga, un vasco que estaba en una mesa vecina, intervino para señalar que, en efecto, aquella palabra era vascuence. Guirrios, zamarrones, sidros y bardancos pertenecen a la misma familia, y se encuentran bastante distribuidos por la geografía asturiana, y, por descontado, por toda la cornisa cantábrica; aunque en Beleño la figura presenta muy notables características. De un lado, están los aguinalderos, y de otro, el «guirria». Según descripción de Elviro Martínez, «en San Juan de Ponga organizan la comitiva el primer día del año, a la salida de misa mayor. Van montados (los aguinalderos) a caballo, y precedidos del 'guirria', joven ataviado con una especie de levitón rojo, con grandes bolsos, el rostro cubierto por un paño y tocado con un caperucho rematado por una borla; completaba el atuendo el garrote de ritual y una saca repleta de ceniza u hollín, que, en principio, habrá de lanzar sobre los mozos solteros que no participan en la ronda». Según Ramón Díaz, el corresponsal de La Nueva España, que andaba por allí, el «guirria» de este año iba vestido de azul y rojo, como si fuera un futbolista del Barcelona. Tanto el «guirria» como los aguinalderos han de ser mozos solteros. La noche anterior, es decir, Nochevieja, se introducen los nombres de las mozas y los mozos solteros en dos cántaras de madera, y según sacan los papeletas van emparejándose. La moza debe entregar a su pareja castañas asadas con sal o «castañas corbatas», y se compromete a invitarlo a cenar. Por la mañana del día siguiente, los aguinalderos y el «guirria» bajan a Baraes, a la antigua capilla de la Magdalena, donde hay una fuente, y luego van a Cainaba. Finalmente, entran en Beleño y recorren el pueblo, de casa en casa, cantando unos versos compuestos por un bando local del siglo pasado. Este año, me dicen, hubo menos caballos, tan sólo 34, pero todo el mundo estaba muy contento porque entraron en orden y sin salirse de la fila. El «guirria» se dejó ver poco; andaría por alguna casa, tomando un «cafetuco o una copina», según me dijeron. Enrique García Rendueles señala como propia de «guirrios» la fiesta de Reyes; pero en Ponga ese día salían a pedir el aguinaldo las gentes menudas, y esta costumbre hoy ha caído en desuso.

La Nueva España · 6 de junio de 1992