Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Despedidas & necrológicas

Ignacio Gracia Noriega

Seamus Heaney, una confusión

Un gran poeta y dos realidades completamente distintas

Con motivo de la muerte del poeta irlandés Seamus Heaney, más importante por ser poeta que porque le hayan concedido el premio Nobel (dos cuestiones, la poesía y el galardón, que no siempre están relacionadas), conviene aclarar un equívoco. Heaney vino a Asturias en varias ocasiones, le llevaron de un lado a otro, intervino en actos de signo más o menos «nacionaliego», y él «se dejó querer». Sin embargo, aunque Irlanda es también muy verde y hay «murios», su pasado político y su situación política actual no se parecen en lo más mínimo a la de Asturias. Existe en el norte de España el equivalente a los que de Despeñaperros para abajo son islámicos y aquí son célticos cargados de nostalgia por las brumas de Breogán (que en Asturias no se sabe quién es). Ya no se trata de la toma del Palacio de Invierno, sino de la defensa del Edificio de Correos de Dublín. Lo importante es situarse contra el «imperialismu», aunque cuando perjudica los intereses españoles, como en Gibraltar, puede pasar, y a los que se pusieron de parte de la dictadura militar argentina cuando el Gobierno inglés envió la Armada contra ellos, ahora les parece bien la presencia de un barco de guerra británico en aguas españolas. Por la vía del celtismo se ha intentado inventar tradiciones que nunca hubo, y así partir troncos a hachazos es deporte ancestral asturiano, lo mismo que el fabuloso «lanzamientu de fesoria». Para qué seguir. Cierto nacionalismo radical asturiano (por fortuna insignificante) siente la nostalgia de Irlanda y de Vasconia, y temo que la presencia de Heaney en Asturias se aprovechó en ese sentido, sin tener en cuenta que en Asturias nadie se ocupó de crear una tradición mítica y que Yeats no es Pachín de Melás.

Heaney, por lo demás, es un gran poeta, y como tal hay que considerarle, dejando aparte unas referencias políticas que no son las nuestras. El aspecto perecedero de «Norte», su poema más conocido, es compensado por la belleza de algunas imágenes y evocaciones míticas. Éstas no son solo irlandesas, sino que se extienden desde la Grecia clásica y las divinidades escandinavas a «Los nibelungos». Porque antes de Yeats hubo una importante literatura irlandesa en el siglo XIX..., escrita en inglés, gracias a la cual tuvo la influencia que se le reconoció posteriormente. Heaney no es la culminación de esa literatura, sino su muestra más reciente: un poeta que otea desde una ribera extensa y en una bahía en forma de herradura y que, como arraigado en su tierra, escribió también sobre los poetas de su tierra como Patrick Kavanagh, en el éxito de cuya poesía advierte «público y tradición». Tal vez sería esto lo que deberían buscar quienes se detienen solo en los aspectos externos de un poeta y su país. Sin verdadera tradición no hay público y sin público no se sustenta una tradición. Si los versos de Heaney poseen lo que entendemos por «aroma irlandés», se debe a que forma parte de una tradición que nosotros, por desgracia o por suerte, no tenemos.

La Nueva España · 4 septiembre 2013