Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Bajo las nieblas de Asturias

Ignacio Gracia Noriega

El abandono de Abamia

Un grupo de personas están seriamente preocupadas por el abandono de Abamia, que, en lugar de tener el realce que merece, no posee en estos momentos consideración mayor que la que se le da a un vertedero. Uno de los primeros en denunciar la situación realmente vergonzosa de la iglesia de Abamia fue Magín Berenguer, al referirse al penoso aspecto que presentaba la tumba de Roberto Frassinelli, en el «humildísimo cementerio, medio abandonado», situado a pocos pasos de la iglesia. Esta iglesia, que merece un lugar de honor entre las de Asturias, parece condenada a ser la cenicienta de ellas, a pesar de su significación legendaria e histórica. Erigida por Pelayo, según la tradición, fue enterrado en ella, junto con su esposa. Pero de aquella primera edificación nada queda. Sus restos más antiguos son dos portadas románicas. Posteriormente se hizo una reforma en el siglo XIV, conservándose restos de pinturas murales que decoran el ábside. Ambrosio de Morales, que la visita en 1572, la encuentra en plena actividad y ofrece una descripción épica del templo y su entorno: «En otro valle junto con este de Covadonga el río Bueña arriba a media ladera de una sierra harto alta está una iglesia, llamada Santa Olalla de Pamia, por un lugar que está allí cerca, de donde se toma el sobrenombre. Esta iglesia edificó el rey don Pelayo, y se enterró con su mujer en ella. Esto se tiene así en el común y también el obispo Pelayo lo escribe, y de aquí fue después trasladado a Covadonga, conforme a lo que se ha dicho. La iglesia fue muy pequeña, conforme a todas las de aquellos tiempos, y por fuera arrimada a ella estaba la sepultura del rey, y algo más apartada, la de su mujer. Agora han edificado de nuevo la iglesia más grande por su mucha feligresía, y así quedó dentro la sepultura del rey, y fuera la de su mujer; y son dos tumbas de piedra de las más angostas, a los pies de la media vera en alto, y aún la de la Reina ya no tiene cubierta, ni aún tierra. El día que yo allí estuve era domingo, y parecía que estaba allí el Real del Rey don Pelayo, pues había alrededor de la iglesia más de doscientas lanzas hincadas alrededor de la iglesia de los que venían a misa. Y dan su razón de traerlas que, como vienen a misa por aquellas brañas, pueden encontrar un oso, de que hay hartos, y quieren tener con que defenderse de él».

La lanzas clavadas alrededor de la iglesia es imagen de tal potencia plástica y épica que no soy capaz de escribir sobre Abamia sin recordar este texto. Añade Ambrosio de Morales que «aquí fue la furia de la guerra de Augusto César con los asturianos cuando los sujetó, en aquellos mismos años en que nació nuestro Redentor, que parece que se habían acogido a la fortaleza natural de Covadonga y sus contornos». La ladera sobre la que se encuentra Santa Eulalia de Abamia cae sobre el valle en el que se asienta el lugar llamado Corao, en el que Morales registra que los viejos vieron más de veinte piedras de sepulturas romanas, «las cuales se han consumido en edificios, que no quedan ya más de tres». Y poco más se detiene en Corao, porque interesado por las Aras Sextianas, fue en su busca a la costa de la mar.

La historia de Abamia es la de una inevitable decadencia, la de un descenso barranco abajo hacia el olvido. Pero los motivos del abandono son complejos, según apuntan Celso Diego Somoano y Francisco José Pantín: «Dice Sebastián de Soto Cortés en sus papeletas que la iglesia de Santa Eulalia de Abamia se encontraba en "malísimo estado" en los últimos años del siglo XIX. Pero su abandono en el año 1904 no fue por lo ruinoso de la fábrica, pues podían arreglarla, como hicieron en el siglo pasado, en parecido caso. Es mejor decir que el sitio tan apartado donde está, el camino para subir allá y la obligación de oír misa, acabó incomodando a muchos vecinos, y fue por ello por lo que cerraron la iglesia, naciendo entre los feligreses una larga discordia». El l0 de diciembre de 1904, el cura párroco de Abamia, Manuel Blanco, cumpliendo la orden del Obispado de Oviedo, cerró la iglesia, trasladando todos los enseres del culto a la capilla de San Nicolás de Corao.

Hace cien años, pues, que se produjo el abandono. Con este motivo, la Asociación Cultural Abamia, con sede en Corao, ha editado un folleto titulado «Abamia», cien años de abandono», que no sólo reivindica la restauración del templo, sino que contiene trabajos del mayor interés sobre montes y bienes de la parroquia de Abamia afectados por la desamortización, nombres de los pueblos de Abamia, Labra y Zardón, etcétera. Una labor encomiable y una noble intención, dignas ambas de apoyo y elogio.

La Nueva España · 11 de enero de 2005