Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Bajo las nieblas de Asturias

Ignacio Gracia Noriega

Celebración de San Melchor

Hace ya muchos años, el erudito gijonés Julio Somoza daba como rasgo distintivo del asturiano el hecho, en su tiempo indiscutible, de que «Asturias no produce santos». Esto puede deberse tanto a una tardía romanización como a la influencia morbosa del clima, según Clarín. Por fin hubo un santo, fray Melchor García Sampedro, aunque alega Elviro Martínez que no padeció martirio en Asturias, sino en la lejana Nam-Dinh, en Indochina, hoy Vietnam. «Nunca es tarde si la dicha es buena», añade Elviro Martínez, dándole un poco de razón a Somoza, «pero alto tardío es el período de dos mil años para incubar un santo». En realidad, nunca es tarde, aunque la dicha sea mala, y las revoluciones asturianas del siglo XX produjeron la santificación colectiva de los mártires de Turón, con escándalo y protesta de quienes, por declararse laicos cuando menos, debían ser indiferentes a estas ceremonias. Se llegó a argumentar por qué no canonizaba a los ejecutados en el «otro bando» durante la revolución y guerra civil. La razón, desde luego, es obvia y no obedece a motivos políticos del tipo de darle la razón a los «blancos» para quitársela a los «rojos», sino a que los «rojos» persiguieron a la religión y muchos «blancos» murieron por ella. ¿Qué entre los «rojos» también había cristianos? No lo dudo: pero quien es más socialista que cristiano es mal cristiano.

Melchor García Sampedro nació en la aldea de Cortes, en el concejo de Quirós, el 28 de abril de 1821. No se crea que es un santo de madera pintada, como le representan algunas tallas. Había estudiado en la Universidad de Oviedo y fue profesor del Colegio de San José, en Oviedo, antes de ingresar en la orden de Santo Domingo, en la que concluye la carrera eclesiástica en 1847. Al año siguiente marcha a Filipinas, donde se le nombra lector de Filosofía en el Colegio de Santo Tomás de Manila: un destino cómodo, que le hubiera permitido ejercer el profesorado en la Universidad de Santo Tomás, la más prestigiosa de Oriente, y desarrollar una brillante carrera, tanto académica como dentro de la orden, y aun en la política. Mas su vocación eran las misiones, siendo destinado a Tung-kin en 1848. Allí ocupó sucesivamente los cargos de vicario en 1850, vicario provincial en 1852 y obispo de Tricomía en 1845. Murió brutalmente asesinado en Nam-Dinh, el 28 de julio de 1858. Entre sus escritos figura una «Relación de la persecución de Tung-kin», que permanece inédita, y un artículo premonitorio sobre el martirio del obispo José Díaz Sanjurjo, que había sido quien le consagró obispo en Bui-Chu y cuyo cargo ocupó a su muerte.

Los restos mortales de fray Melchor fueron trasladados solemnemente a la catedral de Oviedo el 28 de abril de 1889. Con este motivo se editó en Oviedo, Imprenta Católica, un folleto titulado «Crónica de la recepción solemne de los venerables restos del protomártir asturiano Ilmo. y Rmo. Melchor García Sampedro», que contiene muy curiosas noticias. Los restos llegaron a Oviedo en tren y fueron recibidos con salvas de artillería y repique general de campanas y formaban la comitiva un piquete militar, dos bandas de música, las insignias de las cuatro iglesias parroquiales de Oviedo, la cruz e insignia de la santa basílica, el cabildo de la Catedral, la guardia de honor compuesta por todos los institutos del Ejército, el obispo, las autoridades de las diferentes órdenes religiosas, autoridades civiles y militares y representaciones de numerosos ayuntamientos asturianos, escoltados por las fuerzas de guarnición con sus bandas. En las calles Uría y Campomanes se levantaron dos arcos de triunfo, se quemaron fuegos artificiales y a la entrada del templo, la Sociedad Coral Ovetense cantó «escogidas piezas de su repertorio». Durante el solemne funeral, oficiado de pontificial por el obispo, se escucharon la misa de réquiem de Cherubini y el responso «Libera me Domine», de Olleta, y pronunció la oración fúnebre el P. Cueto, O. P. El ilustre músico Anselmo González del Valle dirigió la nutrida orquesta, cuyos gastos costeó de su bolsillo.

El culto a San Melchor, un siglo más tarde, se extiende por Asturias. En Llanes, también se celebra San Melchor el 28 de julio, por iniciativa de Guillermo Sordo y otros ex alumnos de los Dominicos del Oviedo, con asistencia de los PP. Fermín, Sama, y P. Pedro López, O. P. Es una fiesta casi privada que está naciendo en Llanes. Ya va por su segunda celebración. Ojalá sirva para que ahora, que sólo se piensa en el dinero, se piense en cosas más elevadas y para que Llanes, capital de su propio localismo, se vincule verdaderamente a Asturias.

La Nueva España · 4 de agosto de 2001