Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

Büchner

Análisis de la obra de un dramaturgo precursor de los teatros político y del absurdo

Georg Büchner nace en 1813, un año prodigioso en Alemania, ya que nacen también Friedrich Hebbel, Otto Ludwig y Richard Wagner, cuyas contribuciones al teatro fueron importantes, y las de Büchner y Wagner, en la medida en que puede ser considerado también como dramaturgo, fundamentales. Casualmente, Hebbel culmina su carrera con la trilogía "Los nibelungos", en 1862, aunque su planteamiento es muy diferente del de la tetralogía wagneriana: en Hebbel, Crimilda es la figura teatral, y al final, Teodorico anuncia el triunfo del cristianismo que aboliría a las sombrías divinidades paganas.

Büchner tiene poco que ver con Hebbel y Wagner. Murió joven y, en consecuencia, escribió relativamente poco; pero la influencia de su teatro, principalmente "La muerte de Danton" y, sobre todo, "Woyzeck", anuncian de una parte el teatro político, que se acostumbra a identificar con Bretch, y de otra el "teatro del absurdo" de Adamov, Ionescu y Beckett de mediados del pasado siglo, y que, como no se escribió desde entonces ningún otro teatro que lo superara, se suele continuar denominando "teatro moderno".

Todas las características de aquel "teatro moderno" se encuentran ya en "Woyzeck", desde el esquematismo de los decorados hasta la desolación de los personajes y situaciones, en las que se percibe un clima de angustia e inquietud que traen al recuerdo la opresión de "El grito", el desesperado cuadro de Edvard Munch. El clima es el del fin del mundo y de alucinaciones sin respuestas: "Un fuego cruza el cielo y baja un ruido como de trompetas". Los personajes tienen miedo, hay un "silencio extraño", y, de pronto, Andrés exclama algo que pone los pelos de punta: "¿Oyes? Está redoblando el tambor. Es la llamada".

A propósito de Büchner surge la comparación con otro poeta muerto también joven y de quien es el reverso, pues Novalis representa el conservadurismo cristiano y Büchner el progresismo revolucionario. Ambos son autores proféticos. Novalis anuncia una Europa espiritual bajo el signo del cristianismo y Büchner intuye un mundo de angustia e inquietud descrito en "Lenz", el fragmento en prosa que según Canetti figura entre las obras que más influyó sobre él y más le alucinó. "Lenz" expresa una angustia cósmica en un espacio abierto: Lenz caminaba por las cumbres de las sierras sin liberarse de esa sensación. Describe un caso clínico; tanto "Woyzeck" como "Lenz" son concepciones de mundos cerrados, enfermos y sin salida. A pesar de los pocos años que permaneció en el mundo, tuvo tiempo de decepcionarse de la revolución; según él, "la relación entre pobres y ricos es el único elemento revolucionario en el mundo, solo el hambre puede convertirse en la diosa de la libertad y solo un Moisés que nos echara las siete plagas egipcias podría llegar a ser un Mesías". Entendía que tanto los liberales como los absolutistas deberían ser devorados por el pueblo inculto y hambriento. Ese extremismo alucinado no va a ninguna parte: tal vez por eso sus obras más vivas hoy son callejones sin salida.

La Nueva España · 2 enero 2014