Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

En Alemania,
los alemanes trabajan en alemán

Los inconvenientes de que la enseñanza en España sea bilingüe, en español e inglés

Leemos que «la fuga de trabajadores» al país de Merkel (¿y por qué no al país de Goethe, que sería más justo?) creció un 44 por ciento. Es curiosa la distinción entre «emigración de trabajadores» y «fuga de cerebros» cuando se trata de jóvenes con estudios, como si los trabajadores no tuvieran cerebros o como si todos los licenciados de universidades españolas fueran Klaus Fuchs o Bruno Pontecorvo. Respecto a esta emigración a Alemania (como en los años 60), una chica experta en audiovisualidades manifestó su estupor (y presumiblemente su decepción) por que, hablando el inglés de aeropuerto tan bien como Natalio Grueso, marchó a Alemania en busca de trabajo y se encontró con que allí se habla alemán. ¡Qué cosas más raras suceden en este mundo! Por lo que en Alemania se valora laboralmente bastante poco el inglés.

Aquí se ha explicado todo al revés. Han dicho, bajo «consenso», que la democracia y la solidaridad son cosas que no son y que el inglés es el «sésamo ábrete» para conseguir trabajo por todo el ancho mundo, dando por hecho que en España no va a haber manera de tenerlo. Pero cada país, normalmente, habla su propia lengua, salvo en España dentro de algunos años, ya que hay centros de enseñanza en los que no se enseña español. No digo que el inglés no sea el «criollo» de los ordenadores y de las transacciones comerciales dentro del ámbito anglosajón, pero está muy lejos de la universalidad del latín y tal vez no la alcance nunca. Por otra parte, no se puede fiar la esperanza de obtener trabajo en el dominio de lenguas foráneas, porque en ese caso la enseñanza se convertirá en una academia de idiomas. Una lengua ajena no se aprende de dos patadas, y habida cuenta que se juzga imprescindible el conocimiento del inglés, y ahora se empieza a suponer que del chino y los alemanes son tan poco cosmopolitas que en su territorio se habla alemán, cabe preguntarse qué acabará sabiendo de medicina, de ingeniería o de derecho el estudiante que previamente deba hacer el aprendizaje de las cinco o seis lenguas en las que presumiblemente tendrá que ejercer su profesión. Es como la superstición de leer en la lengua original: propósito muy loable, pero dado que el aprendizaje es largo y la vida corta, es posible que una vez aprendidas todas las lenguas no quede tiempo para leer las literaturas escritas en ellas. En cuanto a la capacitación profesional, más vale que el estudiante de Medicina sepa de medicina a que hable inglés.

El propósito de que la enseñanza en España sea bilingüe, en español e inglés, es una melonada. En primer lugar, ¿hay un profesorado competente para llevar adelante tal utopía? Si no lo hay, ¿a dónde vamos con esa fantasmada? En segundo lugar, la lengua española es el gran capital de este reino: lean, si no lo creen, «Economía del español», de José Luis García Delgado. Y el problema principal es el derrotismo, la desesperanza de que los españoles del futuro puedan trabajar en su propia lengua, y ésta es una cuestión muy grave. Ignorando que el español es una lengua de mucha mayor difusión que el inglés (que sólo es «lengua adquirida», es como decir: aquí no hay nada que hacer, vamos a ser cipayos.

La Nueva España · 30 mayo 2013