Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Los grandes clásicos

Ignacio Gracia Noriega

Lord Byron: modelo para románticos

La poesía del noble británico posee un aroma a corsarios mediterráneos y bandoleros taciturnos

La obra maestra de lord Byron es el propio lord Byron. Poeta romántico por excelencia, se consideraba un clásico. Tampoco es en la actualidad el más representativo de los grandes poetas románticos ingleses. Como aventurero, ni en sus viajes ni en su obra, se apartó del Mediterráneo, a diferencia de Chateaubriand, que luchó en el Ejército de los.Príncipes, recorrió los grandes bosques de América del Norte, vivió en las tiendas de los indios y se propuso buscar el paso del Noroeste, aunque anduvo un poco desviado. De Byron lo que permanece, más que su poesía, es su displicencia, su tedio de dandy ocioso que escribió: "¿Para qué beber, para qué leer? Para pasar las horas con menos tristeza". ¿Tenía verdaderos motivos Byron para sentirse triste o era una simple postura literaria, que consideraba apropiada para un poeta y que tuvo mucho éxito en su época? Como no todos los poetas podían ser cojos ni viajar acompañados de una oca, la mayoría de los poetas byronianos, desde Espronceda a Adam Mickiewicz, imitaron al inglés en aspectos superficiales, como la intervención en guerras de liberaciones nacionales de resultados más bien desastrosos. Y ya que no podían ser del todo Byron, imitaron su grandilocuencia, su desdén, su extravagancia, su elitismo, su "spleen".

Byron es el poeta para gente a la que no le interesa la poesía. Les vale con su biografía, con su incesto, con sus desplantes de carbonario bien situado. Al cabo fue a liberar Grecia de la bota de sus turcos, porque era un hombre muy rico, y allí se encontró con que los griegos del siglo XIX no tenían mucho que ver con los de Homero y Píndaro, le sacaban todo el dinero que podían y él, al cabo, no murió heroicamente luchando por la libertad, sino de unas fiebres contraídas en el clima insalubre de Missolonghi, en 1824, a los treinta y seis años de edad.

De los cinco grandes poetas románticos ingleses, Wordsworth, Coleridge, Byron, Shelley y John Keats, Byron fue el más famoso pero no el mejor Este puesto, entre los grandes cantores de Inglaterra, le corresponde a Keats, que murió siendo el tnás joven. Los dos más viejos, Wordsworth y Coleridge, sobrevivieron a los demás, y aunque habían admirado a la revolución francesa en su juventud, con la madurez se hicieron conservadores. Byron y Shelley, que vivieron algún tiempo juntos, no dejaron de ser revolucionarios. Shelley era más poeta y más revolucionario que Byron, pero también era más tonto. Edward J. Trelawney, un aventurero que fue pirata y navegó por aguas de Java y de la isla Mauricio, acompañó a los dos poetas en sus últimos años, ofreciendo una visión muy simpática de Shelley, y la de Byron, muy desagradable. En cambio Goethe, que le había tratado menos, le consideraba "el genio más grande del siglo". Goethe también admiró al joven Nerval (tal vez porque había hecho una traducción al francés del "Fausto"), pero no entendió a Hölderlin, o no le quiso entender, y el autor de "Hiperion" sencillamente no se lo perdonó nunca, ni siquiera estando loco.

La poesía de Byron posee un aroma de corsarios mediterráneos, de bandoleros taciturnos, de evos de Poltawa, de imágenes grandiosas y efectistas. La víspera de Warterloo, Childe Harold se encontraba en el famoso baile en Bruselas ("Había clamores de fiesta en la noche"), mientras Byron se encontraba lejos de los cañonazos, teniendo problemas matrimoniales y haciendo "vida disipada". No deja de ser buena idea enviar al personaje a ejecutar acciones heroicas mientras el autor se dedica a la vida privada.

La Nueva España · 29 noviembre 2015