Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Los grandes clásicos

Ignacio Gracia Noriega

Petronio:
"El Satiricón", una novela antigua única

La historia de dos homosexuales que recorren los bajos fondos de Roma en busca de un jovencito entretiene y divierte

Podemos preguntar a propósito de Petronio si con él nace la novela y si "El Satiricón" es una verdadera novela. En primer lugar, se conserva de ella un hay fragmento. No hay planteamiento ni desenlace, el final se ha perdido, y, en consecuencia, sólo queda un episodio intermedio. Por otra parte, los griegos ya habían escrito novelas, en el sentido de "relatos en prosa de cierta extensión". Se consideran como las primeras novelas griegas "Historias milesias" de Arístides y "Utopía de viajes" de Jámbulo, del siglo II a.C. Eran narraciones de viajes interminables y aventuras complicadas. Petronio aporta la novedad de introducir el elemento costumbrista.

Petronio fue un gran personaje de la vida social romana: el "arbitro de la elegancia" le llamaban y como tal era reconocido, algo así como el 4 “Beau Brummell” del Londres romántico. Era el sibarita perfecto, y sin dejar de ser un vividor muy refinado, supo ejercer con eficacia y buen sentido los cargos públicos que le encomendaron, según reconoce un historiador tan severo como Tácito: “Tenía Petronio por costumbre dormir los días y valerse de las noches para hacer sus negocios y tomar sus deleites, regalos y pasatiempos. Y como otros por su industria y habilidad, éste por su negligencia y descuido había ganado reputación, y con todo eso, no era tenido por tabernero ni desperdiciador, corno lo suelen ser muchos que por ese camino consumen sus haciendas, sino por hombre que sabía ser vicioso por cuenta y razón. Sus dichos y hechos, cuando por vía de simplicidad y descuido se mostraban más libres y disolutos, tanto se recibían y solemnizaban con mayor gusto. Pero sin embargo de esto fue procónsul de Bitinia y después cónsul, dio buena cuenta de sí y se mostró vigilante en los negocios públicos". Para su desgracia, y como a Séneca, no le tocó vivir bajo el imperio de una persona normal, sino de un emperador depravado y sanguinario como Nerón, y al igual que a Séneca, “la gran clemencia de su majestad determinó que se quitase la "vida", cosa que hizo abriéndose las venas en un baño de agua caliente, el año 66 d.C. Era un hombre con atractivo personal y como escritor, aparte de una breve obra poética de circunstancias, el fragmento de su novela es excelente, y los críticos coinciden en que supera a toda la narrativa griega anterior. “El Satiricón” es una obra única entre las novelas antiguas y tan desconcertante como la personalidad de su autor”, escribe Carlos García Gual. Ya hemos señalado que es un relato costumbrista, cuando las novelas griegas eran de aventuras enrevesadas. Petronio se burla de ellas. En las “novelas sentimentales” griegas, dos amantes han de recorrer todo el mundo conocido y parte del mundo inventado, para unirse al fin; Petronio pone en marcha a un par de homosexuales que recorren los bajos fondos de Roma en busca de un jovencito.

Estas andanzas, sórdidas y divertidas, culminan en la cena de Trimalción, espejo de nuevo rico. No faltan la sátira, la desvergüenza y el buen humor; tampoco atisbos de literatura fantástica como el cuento del licántropo ni narraciones breves como la de la viuda de Éfeso, que encuentra consuelo llorando ante la tumba de su marido. Petronio tenía muy presente mientras escribía que su finalidad era entretener y divertir y entendía que era muy importante para conseguirlo la movilidad y la variedad. La pintura del rico Trimalción es soberbia y reconocible: es un cosmopolita que de vivo hoy iría de compras por New York, y en su tiempo hacía que le trajeran carneros de Taranto, miel de Ática y setas de la India para deslumbrar a sus invitados. Nada hay nuevo en la zoología humana.

La Nueva España · 8 marzo 2015