Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


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Javier Neira

Por libre

Era nuestro Chesterton. Muchas lecturas y muy bien entendidas se tradujeron en exposiciones cargadas de interés y excelentemente escritas. En todo caso, el secreto de José Ignacio Gracia Noriega, gloria de La Nueva España, radicaba en su sentido de la libertad, de la independencia o del honor que de muchas formas se puede expresar lo mismo. A partir de ahí, la calidad siempre sale sola.

En 1970 militaba en el PSOE que en Oviedo tenía 14 afiliados según comentó alguna vez. Si lo sabría, era quien daba los carnets. Pues bien se fue cuando empezaba lo bueno.

De haber seguido en tal fratría ayer la capilla ardiente habría estado instalada en la Real Academia Española y habría sido cien veces consejero de Cultura, director del Instituto Cervantes y mil cosas más entre copiosísimos dineros, honores y parabienes.

No quiso figurar en esa farsa que exige tantas genuflexiones y auto traiciones. Fue socialista con Franco y liberal contra el PSOE, ¡Un liberal en Albania! ¡horror! ¡anatema! ¡a la hoguera progresista con él! Lo contrario de ese tipo y arquetipo -no lo cito pero es muy fácil de identificar- que fue cura con Franco, comunista en la transición y constructor con el PSOE. Supongo que ahora estará en Podemos.

Nacho Gracia no quiso formar parte de semejante farsa, decía, así que transitó con mucho éxito por la ruta de la soledad institucional, propia de los sabios y siempre acompañado de muchísima gente sin necesidad de pasar por los odiosos tinglados orgánicos.

Encima formaba parte del grupo de Gustavo Bueno. ¡No, no, eso sí que no!

La Nueva España · 8 septiembre 2016