Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


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Ignacio Gracia Noriega

Julio García Braga dice adiós a la toga

La jubilación de un magistrado de principios que llegó a intentar hablar de toros cuando interrogaba a José Amedo

Con una comida en el restaurante Casa Lobato, el magistrado Julio Garcia Braga dice adiós a treinta y siete años de judicatura. Un excelente restaurante para un excelente juez: a tal señor, tal honor. Aunque produce cierta melancolía que empiecen a jubilarse los que son más jovenes que uno. En el colegio de los Dominicos, Julio era de los "pequeños", y le protegía Antonio Masip, que además de ser mayor era más alto, por si alguno de los mayores "abusaba". Porque era moneda bastante corriente que si a alguno le salían las cosas mal, o fray Justino rifaba alguna bofetada -lotería que nunca quedaba desierta-, y era de los "mayores", descargara su furia sobre el "pequeño" que estaba mas a mano.

En el colegio, ser "pequeño" tenia sus riesgos: se era "pequeño" hasta segundo de bachillerato y, de manera total y sin que hubiera discusión posible, se dejaba de serlo a partir del momento en que se estrenaban los primeros pantalones largos. Entonces nuestra aspiracion de "pequeños" era el pantalón largo: todo lo contrario que ahora, que vemos a especies claramente seniles mostrando pantorrilas decrépitas como si fueran los brazos de la Venus de Milo. Lo que me recuerda una novela de Nabokov, "Pnin", en la que un profesor centroeuropeo marcha a Norteamérica apremiado por los nazis, y alli descubre asombrado que en su país jamás se hubiera atrevido a salir a la calle sin estar correctamente vestido, mientras que en Berkeley, California, no tenía inconveniente en mostrar lo que había permanecido durante más de cincuenta años tapado.

Superada la etapa de "pequeño" y de bachiller superior, Julio García Braga estudió Derecho y se hizo juez. Como juez de primera instancia recorrió buena parte de Asturias, desde Cangas de Onís a Luarca. Entre otros casos famosos le tocó instruir el infanticidio cuádruple de Castrillón, y como titular del juzgado número 1 de Bilbao el asesinato de Santiago Brouard y las siniestras andanzas del Gal, interrogando entre otros al policía José Amedo, que había presidido muchas corridas. En los intervalos de los interrogatorios intentaba hablar con él de toros, pero Amedo permanecia inmutable, "no se fiaba", dice Julio. Es un gran aficionado a los toros y presidió la peña "Julián Cañedo", que en la actualidad languidece o ha desaparecido. Yo di varias conferencias en esa peña y fue especialmente notable una, en la que un oyente me pregunto si había visto torear a Belmonte. Sería que Julio, ahora con mucho tiempo libre, la volviera a poner en funcionamiento. Otra caracteristica importante de este juez que se jubila es que se trata de un hombre muy religioso. Yo creo que las ideas privadas no deben influir en las decisiones de un juez. Pero la religiosidad supone unos principios conformes con la justicia. En esta época de renuncia oficial a toda clase de valores, de relativismo moral, es muy necesario que los jueces tengan principios. En este aspecto, la jubilación de Julio Garcia Braga es, como la jubilacion de toda persona valiosa, una pérdida.

La Nueva España · 6 febrero 2016